La simbiosis entre gatos y personas
La relación entre gatos y personas es una simbiosis y no el comensalismo ocasional que en épocas pretéritas se creía sucedía entre ambas especies.
Se ha propuesto que los gatos domésticos, descendientes del gato silvestre africano (Felis silvestris lybica), se auto domesticaron luego de fortuitas combinaciones de circunstancias ecológicas y socioculturales, donde los gatos que toleraron a los humanos aprovecharon las oportunidades de caza y búsqueda de alimento que representaban los primeros asentamientos humanos.
Podría decirse que la llamada auto domesticación es producto de un grado de variación entre la gente en cuanto a su aceptación a la presencia felina, especialmente a la luz de relaciones antagonístas entre humanos y otros carnívoros simpátricos.
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Con el paso de los siglos, los gatos empezaron a apreciarse por los humanos, luego de verlos matando alrededor de graneros y tiendas de comida, como controladores de plagas. Esto, sin duda, le confirió a la especie ventajas con los humanos, ya que empezó a generarse un comportamiento de tolerancia a su favor. El valor de los gatos domésticos como depredadores de plagas en los asentamiento humanos favoreció que la especie se distribuyera globalmente, ya que fueron utilizados tanto en barcos mercantes como en la construcción de civilizaciones.
Los especiales y múltiples roles de los gatos en el antiguo Egipto es reconocido, en donde los felinos frecuentemente departían con los comensales, pero a la vez eran controladores de plagas, íconos religiosos y objeto de sacrificios. También fue en Egipto donde el rol del gato como mascota emergió por vez primera, es por esto que fue retratado por los egipcios en artefactos de uso diario. Recientemente se han identificado linajes egipcios de gatos que han contribuido significativamente al pool genético de la especie a nivel internacional, lo cual indica que los gatos en el antiguo Egipto gozaron de considerable popularidad, lo cual estaba potencialmente ligado a características deseables como mayor domesticación y sociabilidad.
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Si bien en algunas regiones los gatos aún siguen siendo tratados más como comensales que como mascotas, la compañía es quizás el principal papel que cumplen los gatos en la mayoría de las sociedades. Como mascotas, los gatos proveen compañía, afecto y entretención para millones de personas, incluso, en ciertos casos, la tenencia de gatos puede también conferir beneficios a la salud humana.
La expansión de la industria alimenticia para mascotas y la mayor disponibilidad de proteína barata ha permitido que un mayor numero de personas puede proveer una dieta balanceada a un carnívoro estricto como el gato. De igual forma, el invento de la arena para gatos a mediados del siglo XX permitió que los habitantes de las urbes pudieran convivir más fácilmente con estos felinos.
A pesar de la adaptación histórica que ha tenido el gato doméstico con el ser humano, esta especie es única entre los animales domésticos ya que 1) comparativamente exhibe pocos cambios morfológicos con sus ancestros salvajes y 2) aparentemente no ha sido seleccionado para cumplir con roles particulares en las sociedades humanas. A excepción de razas felinas con pedigree, que han sido desarrolladas en los últimos 150 años, la mayoría de los gatos se han seleccionado a través de una reproducción que no ha estado bajo el control del ser humano.
Los gatos pueden sobrevivir sin la ayuda de los humanos, como lo han demostrado los gatos ferales a nivel mundial, viviendo en colonias cerca a fuentes de alimento y revertiéndose en estilos de vida solitarios y de depredadores. Aún así, los gatos modernos están bien adaptados para vivir en asociación con humanos y muchos dependen de los recursos proveídos por los humanos o de ambientes antrópicos. Desde temprana edad, los gatos están más predispuestos que los felinos silvestres a formar vínculos con personas, tolerar la presencia de humanos, de otros gatos y otros animales domésticos. También son capaces de exhibir distintas características comportamentales (las cuales incluyen vocalizaciones y lenguaje corporal) que facilitan efectiva comunicación interespecífica.
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Los sociedades contemporáneas, especialmente en Europa, son especialmente tolerante con que los gatos vaguen por las calles, por lo que pueden tener resistencia la sugerencia de que los gatos únicamente se mantengan en el interior de las viviendas (aunque el cuidado de los gatos puede tener variaciones culturales). La territorialidad de los gatos y los vínculos que generan con las personas, quizás es un aspecto distintivo de su comportamiento: pueden ser independientes aunque se restrinjan ellos mismos su comportamiento itinerante.
Los gatos y los humanos han sido largamente beneficiados por este asociaciones cercanas, aunque la dinámica en la relación entre estas dos especies haya variado a lo largo del tiempo. Aparentemente las personas miran a los gatos con profunda afinidad -a veces tornándose a cierta reverencia- a pesar de que otrora no eran más que controladores de plagas. Sin embargo, las interacciones entre personas y gatos no han sido siempre positivas: existe un proporción de poblaciones humanas que expresan aversión hacia los gatos y, sin socialización apropiada, puede que no generen un vínculo efectivo con las personas.
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La relación humano-gato también supone riesgos para ambas especies ya que el hecho de que vivan en estrecho contacto puede incrementar las posibilidades de transmisión de enfermedades zoonóticas y de maltrato animal. Aún así, esta relación ha perdurado y se ha desarrollado y diversificado por miles de años y cada vez es más entendida como una simbiosis mutualista dinámica que como un comensalismo residual o incidental.