La charrería
La charrería es en esencia una más de tantas fiestas incorporadas dentro de la cultura mexicana, en la cual se celebran aniversarios de santos y dioses paganos e indígenas, tradiciones locales, fechas de importancia nacional y transacciones comerciales. A diferencia de los días de fiestas religiosas de puritanos y judíos, el sincretismo religioso mexicano hace que sus fiestas se caractericen por ser una amalgama de música, baile, fuegos artificiales, apuestas, deportes, bebida, oraciones religiosas y celebraciones mundanas.
La charrería es un legado de la España feudal, que rápidamente se incorporó al patrimonio cultural de México; se cree fue introducida por los conquistadores el Día de San Juan (24 de junio de 1.526) para celebrar esa festividad religiosa y el regreso de Cortez a sus tierras conquistadas. La charrería tuvo entonces apoyo de la Iglesia católica y de las autoridades de gobierno, convirtiéndose a partir de 1.538 (año el cual se firmó la paz entre España y Francia) en la fiesta mexicana más popular. Esta fiesta fue además el escenario propicio para recaudar fondos dirigidos a la construcción de iglesias y edificios de gobierno.
Si bien inicialmente la monta de caballos estaba restringida únicamente a españoles, con la extensión de la actividad ganadera surgieron los vaqueros criollos e indígenas. Fueron precisamente estos primeros jinetes quienes, mezclando la herencia española con sus actividades diarias de vaquería, sentaron las bases de lo que hoy en día es considerado el deporte nacional de México: la charrería.
La Reforma Agraria producto de la Revolución mexicana dio inicio a la charrería como deporte. La charrería está registrada en la Comisión Nacional del Deporte y se practica en lienzos charros que son instalaciones diseñadas para su práctica. Este deporte tiene un reglamento establecido que rige tanto su práctica como la vestimenta de quienes lo practican. De hecho, es de recordar, que el traje nacional de México es a su vez el atuendo de charro que básicamente consta de pantalón de corte charro sin bolsillos traseros, chaqueta y chaleco, pachuqueña de colores serios y corbata de moño, chaparrera de cuero, sombrero de ancha lorenzana de copa alta bordado o galonado, botines charros y espuelas.
Las suertes charras o categorías de la charrería, comprendidas por el reglamento, son las siguientes:
Cala: Demostración de buena rienda y educación del caballo.
Piales: Enlazar por los cuartos traseros una yegua que salen por el partidero y despliega su carrera por el lienzo.
Colas: Un charro montado en su cabalgadura espera en la puerta del partidero la salida de un toro, al cual lo toma por la cola para derribarlo en una distancia máxima de 60 metros.
Jineteo de toro: Un charro monta un toro con la finalidad de permanecer montado en él hasta que el toro sea dominado.
Terna en el ruedo: Tres charros lazadores montados a caballo deben enlazar un toro, pialarlo y derribarlo.
Jineteo de yegua: Un charro monta una yegua cerrera o sin amansar hasta dominarla.
Manganas a pie o a caballo: Un charro enlaza los cuartos delanteros de un caballo que sale a toda carrera por el lienzo.
Paso de la muerte: Un charro montado a pelo en un caballo manso, se cambia a un caballo cerrero a toda carrera.
A lo largo y ancho de todo el territorio mexicano existen asociaciones de charrería, incluso en algunos estados del sur de Estados Unidos de América se pueden encontrar también asociaciones locales que compiten periódicamente en las fiestas charras organizadas por la Federación de Charrería. La charrería se cree influyó en el Rodeo americano.
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