El paro agrario
El paro agrario que actualmente se hace sentir en algunas regiones de Colombia, es producto simple y sencillamente del abandono histórico del Estado. En realidad no se trata de un problema sólo de este gobierno, sino del anterior, y de todos los anteriores. Si hacemos una revisión concienzuda de las políticas agrarias del siglo XX y XXI en Colombia, podemos llegar a la conclusión que nunca ha habido una política agraria. Quizás, producto de intereses económicos y políticos que llevaron a que la urbanización de Colombia primara sobre el sector agropecuario, es que ese malestar ha sido constante en toda la historia de nuestro país. Ningún presidente se ha preocupado por el campesinado ni por el sector agropecuario en Colombia, y el que afirme lo contrario es un gran mentiroso.
Es ahora cuando se escuchan voces que claman por subsidios para de esta forma ser competitivos frente a los TLCs, que ya firmados parecieran tragarse enteros a sectores del agro colombiano. Pero, ¿son en realidad los subsidios la solución? Nueva Zelanda es un ejemplo, que ante las crisis agrarias los subsidios no son ni la única ni la más efectiva herramienta para garantizar una estabilidad económica en el sector agropecuario. Los neozelandeses ante la crisis de los años 80 decidieron invertir en investigación, para disminuir costos de producción e incrementar productividad, antes que disponer parte del recurso fiscal en financiar producciones agropecuarias no competitivas en el entorno global. ¿Pero en Colombia se hace investigación aplicada para que beneficie al agro? ¿Qué alcance tiene esa investigación? ¿Dónde están los recursos? Esperemos que no sea en los bolsillos de políticos y burócratas de turno o estancados en la banca como consecuencia de la inoperancia del aparato estatal.
El Estado debe invertir además en infraestructura que permita al productor disminuir costos de intermediación y de transporte para de esta forma ofrecer al consumidor final un producto competitivo. Al hablar de infraestructura no debe referirse únicamente a vías primarias, secundarias y terciarias, se debe considerar la rehabilitación del transporte ferroviario y a la habilitación de la navegabilidad en algunos de los muchos ríos que tenemos en Colombia. ¿Alguien sabe por ejemplo por qué liquidaron a los Ferrocarriles Nacionales? ¿No sería acaso por el oscuro interés de políticos buscando comisiones de ensambladoras de camiones en los años 70 y 80? Definitivamente hay muchos asuntos oscuros, casi que escatológicos, en la política colombiana.
En paralelo a la inversión en infraestructura, y en este tema precisamente se han prendido más de una vez las alarmas, se debe hacer una revisión sensata del costo del combustible en Colombia; ¿cómo es posible que seamos uno de los países con la gasolina más costosa si producimos petróleo? ¿por qué tenemos tan deficiente infraestructura? La respuesta es casi que repetitiva: intereses políticos, falta de planeación, de visión de país y de políticas de Estado.
A Colombia en el tema del agro, le está pasando como al estudiante vago, que quiere pasar el año estudiando para el último examen, en vez de haberse preparado durante todo el año con sensatez para no estar sufriendo hasta el último momento. Y es sólo ahora, justo cuando el campesino emberracado levanta su azadón para que su voz sea escuchada, que tecnócratas -legos y doctos- pretenden solucionar todo en un abrir y cerrar de ojos. Política Agraria de Estado y no electorera ni de políticos de turno, eso y visión de largo plazo es lo que necesitamos!
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