Sostenibilidad alimentaria
La sostenibilidad alimentaria es un aspecto relevante para el futuro de la humanidad. Un documento técnico del Fondo para el financiamiento del sector agropecuario (Finagro) analiza las diferentes variables y tendencias sobre la oferta y demanda de alimentos.
La preocupación en torno a la sostenibilidad alimentaria data de siglos atrás. En 1798 Thomas Malthus aseveró que un incremento en la población mayor a la que se efectuara en la oferta de alimentos conduciría a la generación de guerras cíclicas por el recurso escaso. En esa misma línea, en 1968 Paul Ehrlich pronosticó fuertes hambrunas a nivel mundial como consecuencia del mal uso de los recursos naturales. Sin embargo, factores como la tecnología no sólo han derrumbado estas hipótesis sino que han llevado a que la producción de alimentos tenga una tasa de crecimiento superior a la de la población o a la del consumo per cápita. Lo anterior debería asegurar la sostenibilidad alimentaria en el mediano plazo y demuestra que los problemas mundiales de desnutrición son causados por problemas de índole económicos y no por dificultades en la oferta de alimentos.
Pese a lo anterior, existen varios elementos que pueden generar presiones futuras sobre la demanda de alimentos que pueden conducir a un incremento en los precios de los mismos como son: cambios en la población, en el nivel de ingresos mundial y presiones sobre el área cultivable. Se espera que en 2050 la población global alcance los 9,15 billones. Con base en estas proyecciones de las Naciones Unidas, la población aumentaría en 2,25 billones en los próximos 40 años, lo que implica un aumento en la demanda de alimentos, especialmente aquellos de consumo diario, los cuales tienen un muy bajo nivel de sustitución a nivel mundial. Dentro de éstos se encuentran los cereales, la carne y los productos lácteos. Uno de los factores a tener en consideración es que los núcleos de mayor crecimiento de la población son los países que en la actualidad se encuentran en condiciones desfavorables, siendo la región de África Subsahariana la más representativa.
En lo que respecta a ingresos, las proyecciones planteadas son bastante alentadoras a 2050. En éstas se prevé que el poder adquisitivo de la población sea significativamente superior al presente, no sólo en los países desarrollados, sino también en aquellos que están en vía de desarrollo. Como consecuencia se espera que las dietas se modifiquen hacia unas con mayores niveles nutritivos, siendo estos productos más costosos. Bajo esta circunstancia, hay que aprovechar aquellos países donde la demanda por alimento es alta pero la producción será insuficiente.
En este escenario Japón, Rusia y Europa Oriental serán nuevos nichos de mercado a explotar en el futuro. Una de las principales restricciones al crecimiento futuro de la oferta de alimentos es el manejo de tierra y agua. Según FAO el crecimiento de las hectáreas cosechadas en 2009 fue del 12% y las áreas con un buen manejo de riego se duplicaron entre 1961 y 2008. Sin embargo, este crecimiento es limitado por las restricciones geográficas, especialmente por la necesidad de preservar áreas en su estado original para asegurar el suministro de servicios naturales.
También cabe destacar el incremento necesario de la producción de algunos alimentos para cubrir el nuevo nivel de demanda. Se estima que la producción de carne destinada al consumo será de 455 millones de toneladas en 2050, 197 millones de toneladas más que en 2007. De igual forma se espera que la producción de caña de azúcar y cultivos oleaginosos se incremente, principalmente para suplir la creciente demanda por combustibles alternativos. A nivel de consumo per cápita el producto con un mayor incremento es la leche, el cual se acercaría a 100 litros por persona al año, presentando un incremento superior al 20% en comparación al 2007, siendo los países desarrollados los principales demandantes.
Todas las variables anteriores brindan a Colombia un espacio idóneo para aprovechar su potencial agropecuario. De continuar integrándose a los mercados mundiales, los productores se encontrarían bajo un contexto en el cual los precios de los alimentos serían más altos a raíz de un incremento en la demanda, especialmente por productos exóticos y por los catalogados de lujo debido a sus mejores condiciones nutritivas.
Fuente: Finagro