La Amazonía cambia a toda velocidad
Los abundantes recursos naturales de la Amazonía constituyen la base de la seguridad hídrica, energética, alimentaria y de salud pública para la población y la economía de Colombia, Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia, con el agua como protagonista principal de este nexo. Sin embargo, este recurso tan abundante en la región se ve hoy día bajo una creciente amenaza a medida que aumenta la contaminación industrial y agrícola.
Las sequías extremas revelan una vulnerabilidad del recurso hídrico que antes difícilmente se podía imaginar. Un informe adelantado por el Programa Global Canopy y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) señala la urgente necesidad de una nueva agenda de seguridad para la Amazonía y sus países. “Lo que está pasando en la Amazonia es un cambio a toda velocidad. En algunos puntos clave ya se está notando que estos supuestos recursos ilimitados no son tan ilimitados. Es la paradoja de la abundancia de la Amazonia”, dijo Andy Jarvis, director del Área de Investigación en Análisis de Políticas (DAPA por sus siglas en inglés) del CIAT y uno de los líderes del proyecto Agenda de Seguridad para la Amazonia (ASA).
La deforestación se convierte en el antagonista de esta historia que amenaza no solo el bienestar y los derechos de la población, sino también la sostenibilidad económica de las mismas industrias a las que ha dado lugar. Según el informe, si bien los factores determinantes de deforestación varían dentro y entre los distintos países, actualmente las causas de deforestación en la Amazonia son varias: la conversión a la práctica de monocultivo mecanizado a gran escala y a la ganadería; la minería y la explotación de hidrocarburos; los cultivos ilícitos; proyectos de infraestructura como las represas hidroeléctricas o las carreteras y la práctica de la agricultura a pequeña escala por parte de los inmigrantes. “Hay un punto crítico en este momento y es el requerimiento energético del continente que está llevando a docenas de hidroeléctricas para el Amazonas. Cada año que se espera en tomar decisiones concretas que promuevan la sostenibilidad en la Amazonia, el costo para la sociedad después será más grande en términos de reducción energética, producción alimentaria, aumento en costos y problemas de salud, entre otros”, indicó Jarvis.
De acuerdo con la investigación, se planea construir 30 represas en la Amazonia brasileña para el 2020 y 59 en la Amazonia andina. La pérdida de servicios ecosistémicos por causa de la deforestación afecta especialmente la seguridad hídrica. Se prevé que la deforestación a gran escala reducirá las lluvias hasta en un 21% para el 2050 en la región amazónica. El cambio climático entra en escena como un multiplicador de amenazas a medida que la temperatura aumente, los patrones de las precipitaciones varíen y los fenómenos extremos sean cada vez más frecuentes e intensos, agravando los costos ambientales, económicos y sociales de la zona. Las proyecciones no son alentadoras. Para el 2015, la Amazonia puede sufrir sequía cada año de por medio; se puede esperar una Amazonia occidental más húmeda y oriental más seca para el 2050 y para ese mismo año, un aumento de 3,5 grados centígrados en la temperatura.
El Informe ‘Agenda de Seguridad para la Amazonia: resumen de hallazgos y recomendaciones iniciales’ fue elaborado con el apoyo de científicos y líderes políticos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú y establece recomendaciones iniciales como la construcción de bloques para el diálogo y la acción en cada uno de los países mencionados. Dado que los ecosistemas amazónicos son compartidos por los países, existe también la necesidad de que los gobiernos colaboren para poner en marcha respuestas coordinadas a estos riesgos compartidos. Carlos Klink, Secretario Nacional de Cambio Climático y Calidad Ambiental de Brasil, sostuvo que “Estamos comprendiendo cada vez más el alto nivel de interdependencia de la seguridad del agua, energía, alimentos y salud a lo largo de nuestro continente. Asimismo, hay interdependencia entre los países que comparten la Amazonía, la cual recicla billones de toneladas de agua sobre las que descansan nuestros pueblos y economías. El reto que estamos empezando a reconocer y sobre el cual actuar, es la transición hacia una economía más sostenible –una que valore el rol de la Amazonía para garantizar la seguridad y prosperidad a largo plazo”.
De acuerdo con el informe, se requiere más trabajo para entender la interdependencia entre la seguridad hídrica, energética, alimentaria y de la salud en la Amazonia y para cuantificar sus impactos potenciales sobre las economías y las poblaciones. Para este fin se requieren de dos cambios importantes: primero, que los gobiernos de la región reconozcan que los ecosistemas de la Amazonia no solamente influyen en el cambio climático mundial, sino que además sustentan el bienestar y la prosperidad actual de las personas de todo el continente, y segundo, un mayor conocimiento de los riesgos para informar mejor el proceso de toma de decisiones, esto incluye un nuevo conjunto de herramientas con indicadores de seguridad, monitoreo de amenazas y un análisis de riesgos y oportunidades para gobiernos, empresas y líderes comunitarios.
La invitación a trabajar en equipo ha tenido una respuesta positiva de parte de tomadores de decisiones de los países de la región amazónica. Manuel Pulgar Vidal, Ministro del Ambiente del Perú (país que hospedará la COP20 sobre cambio climático en diciembre del 2014), señaló que “El cambio climático es un problema global, uno que multiplicará los problemas locales y regionales de maneras imprevisibles. En Latinoamérica hemos dado por sentada a la Amazonía y su aparente reserva ilimitada de agua y bosques. Sin embargo, recientes sequías sin precedentes han evidenciado lo que pasa cuando el agua escasea: impacta en los alimentos y la producción de energía, afecta el bienestar de poblaciones enteras y deja a los gobiernos y negocios con grandes facturas por pagar. La ciencia es clara, por lo que no podemos darnos el lujo de perder la oportunidad de realizar acciones positivas ahora”.
Finalmente, el investigador Andy Jarvis, del CIAT aseguró que “Hay que buscar que los proyectos no se planifiquen a dos años, sino a 20 años y hacerlo de una manera holística y multisectorial. El reto es convencer a los ministerios, no solamente ambientales, pues ellos ya saben del problema, sino a los jefes de cartera como salud, energía, agricultura, para que tengan en cuenta que su propio desarrollo está en peligro si no se toman las medidas necesarias y a tiempo”. El informe ‘Agenda de Seguridad para la Amazonia: resumen de hallazgos y recomendaciones iniciales’ fue financiado por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN por sus siglas en inglés).
Fuente: CIAT