¿Colombia está preparada para enfrentar al fenómeno de El Niño?
El gobierno nacional asegura estar preparado para enfrentar los eventuales efectos ambientales del fenómeno de El Niño, pero las medidas que anuncia están lejos de poder evitarlos.
En días pasados los ministros de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri; de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo; de Vivienda, Ciudad y Territorio, Luis Felipe Henao; de Minas y Energía, Tomás González; y el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (NGRD), Carlos Iván Márquez, declararon que el gobierno nacional está preparado para enfrentar el fenómeno de El Niño y que vienen trabajando con antelación. Pero, ¿realmente Colombia está preparada para este fenómeno ambiental?
La pregunta surge porque para estar verdaderamente preparados debería haberse dado una avanzada sin precedentes en la construcción de distritos de riego por todo el territorio nacional, el Banco Agrario y Finagro debieron haber abierto una línea especial de crédito para que los propietarios de fincas construyeran reservorios de agua en sus propiedades (y que fuera casi que una obligatoriedad), debería estar en marcha un cambio en los sistemas de producción agropecuaria, debería existir un programa de arborización en todos los predios rurales del país, y todos, absolutamente, todos los páramos del país deberían estar debidamente delimitados y perfectamente reglamentada la actividad que se realice en su territorio, entre otras acciones estratégicas.
Porque, analizando el tema con sensatez y rigurosidad ambiental, lo que anuncia rutilantemente el gobierno en rueda de prensa en la que participaron cuatro ministros y el director de la NGRD, no es más que una lista de acciones paliativas que no va más allá de ahorrar agua y reportar cambios climáticos en las diferentes regiones del país.
Es evidente que el gobierno nacional busca soluciones a corto plazo, que rayan en «pañitos de agua tibia», y que distan mucho de una verdadera política de estado consecuente con la dimensión que representa un fenómeno ambiental que en el pasado ha demostrado resultados desastrosos para el sector agropecuario, el medio ambiente y la población colombiana.