¡Qué desperdicio de comida!
El costo de la pérdida anual de comida en el mundo tiene serias implicaciones sobre el medio ambiente y la sociedad.
Cada año el treinta por ciento de la producción mundial de comida se pierde en la cosecha, en mercados, en restaurantes o en hogares. Esto representa 750 mil millones de dólares, cifra que supera el producto interno bruto de países subdesarrollados como Argentina y Colombia.
El desperdicio de comida es un fenómeno a nivel mundial. Bien sea durante la cosecha de un cultivo de arroz, la celebración de un evento en una finca o la venta de productos cárnicos en un supermercado de una ciudad cualquiera. La sociedad humana pareciera especializarse en desperdiciar comida.
No se trata solo de unas cuantas papas fritas que quedan a medio comer en cualquier restaurante del mundo. La verdadera dimensión de esta problemática implica tener en cuenta el costo ambiental, social y económico que se invirtió para producir esas sobras de comida.
Bajo este orden de ideas, los sistemas de producción agropecuaria utilizados para producir esa comida desperdiciada, representan un importante costo social y ambiental para el planeta. Es así como aparte de las pérdidas económicas que esto supone, este desperdicio de comida contribuye al efecto invernadero, al calentamiento global, a la pérdida de bosques naturales, a la erosión del suelo, a la pérdida de biodiversidad y a la escasez de agua.
Adicionalmente, existen altos costos sociales por este enorme desperdicio de comida. El impacto de los insecticidas sobre la salud pública, el conflicto por la tierra y la contaminación de los recursos naturales son parte de la factura que paga la sociedad por esta pérdida. Incluso muchos de estos costos no pueden ser cuantificados, ya que están representados en servicios ambientales.
Esta gran pérdida de alimento puede ser disminuida si se genera conciencia dentro de la sociedad, se incorpora nueva tecnología a la producción agropecuaria y se hace una distribución más equitativa de la comida que se vende en mercados y restaurantes. Al evitar esta pérdida, se están conservando todos los recursos asociados para su producción y se estará construyendo una sociedad más equitativa.
Varias medidas se pueden poner en práctica para disminuir este desperdicio. En sitios donde se produce y se ofrece comida es donde se debe hacer esa revisión de todos los procesos. En las fincas productoras, por ejemplo, el desarrollo de tecnología y de diseños más eficientes disminuiría el costo que genera habitualmente una producción. Comederos que eviten pérdidas de alimento en un criadero de cerdos, el uso de subproductos de la producción agropecuaria dentro de otros sistemas productivos o la siembra de cultivos con sistemas que minimicen la dispersión de las semillas, son algunos de los elementos que se pueden incorporar en el proceso de producción de comida.
Por otra parte, el diseño de raciones más pequeñas en los restaurantes arrojaría un doble beneficio: se disminuirían las sobras de alimento y problemas de salud pública, como obesidad y cardiopatías, se presentarían con menor regularidad. De igual forma las compañías de alimentos podrían desarrollar presentaciones de productos de menor tamaño y hacer más eficiente el diseño de sus empaques para que se aproveche el alimento en su totalidad.