El nuevo desafío del agro
De un tiempo para acá la agricultura se ha convertido nuevamente en centro de interés de políticos, consumidores, científicos y ambientalistas. Esa parece ser la visión de la comunidad académica y las organizaciones multilaterales.
Para la Comisión Internacional para la Evaluación del Desarrollo de la Agricultura, la Ciencia y la Tecnología del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), es necesario responder cómo la humanidad va a poder reducir el hambre y la pobreza, mejorar las condiciones de las poblaciones rurales y facilitar el desarrollo equitativo sostenible ambiental, social y económicamente, a través de la generación, acceso y uso de la ciencia y tecnología aplicada al sector agropecuario. Es una pregunta que debe estar alejada de una respuesta demagógica o de interés meramente académico, ya que concierne el futuro de la humanidad.
Según el PNUMA hoy en día el mundo tiene un desarrollo asimétrico, caracterizado por un uso insostenible de los recursos naturales y una pobreza constante tanto en ambientes rurales como urbanos. Para esta organización multilateral, la consecuencias adversas de los cambios globales tienen efectos significativos en la población más pobre y vulnerable, que históricamente han tenido limitaciones para su crecimiento.
Este escenario ha sido consecuencia de los sistemas de producción agropecuaria imperantes, el creciente – y muchas veces desmedido – uso de combustibles fósiles, la explosión demográfica y la preeminencia de los intereses económicos cortoplacistas sobre una necesaria proyección del uso sostenible de los recursos naturales.
Para la investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona, Marta Rivera-Ferré, lo anterior ha generado un desconexión entre la agricultura y el ambiente, a la vez que la producción de comida y de «commodities» pareciera ser más importante que la conservación de la biodiversidad.
Si bien en teoría existe la solución a este sin salida ambiental en el que el planeta pareciera inmerso, el encontrar nuevas soluciones a los problemas existentes no se trata simplemente de generar y usar conocimiento científico, sino de promover cambios políticos.
Este es precisamente, el desafío que plantea Rivera-Ferré y que deben comenzar a resolver los gobiernos de la mano con centros de investigaciones, productores, consumidores y comunidades rurales.