Tendencias en agresividad en perros
Los perros domésticos pueden exhibir un nivel extraordinario de diversidad fenotípica en relación con su morfología y comportamiento. Aún más, debido a la introducción de los programas reproductivos para el desarrollo de razas a partir del siglo XIX, estas características fenotípicas se han «arreglado» entre razas, permitiendo que investigadores obtengan información relevante en relación con la diversidad comportamental ligada a una base genética y en cuanto a los efectos que la domesticación y la selección artificial tienen sobre el temperamento de los perros.
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Varios estudios se han realizado al respecto. Investigadores de la Universidad de Pensilvania evaluaron las 30 razas más populares de perros de acuerdo con el American Kennel Club. El estudio consistió en implementar un cuestionario validado de comportamiento (C-BARQ) a los propietarios de los perros. Los hallazgos indicaron que algunas características de temperamentos (por ejemplo, miedo y ansiedad) parecieran estar ligados a la razas y a mutaciones genéticas específicas. Por otro lado, se identificaron deformidades físicas y selección genética artificial para cumplir con habilidades funcionales específicas.
Otros estudios han logrado identificar que no necesariamente las razas tradicionalmente consideradas como potencialmente peligrosas (por ejemplo, pit bull y sus cruces) son las que se ven involucradas en el mayor numero de episodios de agresión intra e interespecífica. Al contrario, perros Golden Retriever y Labrador Retriever son los más frecuentemente reportados en agresión a personas y a otros perros. Lo anterior, claramente puede ser un dato influenciado por la popularidad de ambas razas; por lo que se sobreentiende que a mayor número de individuos de una raza, mayor será la probabilidad de que los mismos protagonicen eventos de agresión.
Lo que si no tiene discusión en este tipo de estudios es la importancia que tienen los tenedores en el temperamento de los perros. Es evidente que la educación es determinante para limitar la presentación de indeseables episodios de agresividad en perros.
Estos hallazgos permiten concluir que las comunidades y entidades encargadas del bienestar animal, más allá de promover la tenencia de perros (bien sea a través de la adopción o mediante la adquisición comercial de los animales) deben hacer un énfasis en la importancia de que los tenedores estén capacitados para convivir con un perro que no represente un riesgo para la comunidad humana y animal con la que comparte un territorio.