Agroquímicos: sin margen para el error
Una agricultura amigable con el ambiente sólo se logrará extremando las buenasprácticas, concluyeron representantes de la industria reunidos en Quito
Es una controversia que no se agota. El uso de agroquímicos sigue en el centro de la escena. Sus fabricantes lo defienden, justifican y sostienen su uso para obtener la mayor productividad de alimentos que el mundo requiere, y rechazan los efectos nocivos que provocan, según afirman los grupos ambientalistas, aunque reconocen que todavía hay mucho camino por recorrer en materia de buenas prácticas agrícolas para evitar los problemas que ocasionan su mala aplicación.
Por ese motivo, asociaciones y cámaras de esta industria instan cada vez más a profundizar campañas de información y capacitación en productores y aplicadores. Fue lo que expresaron en el último foro internacional de CropLife Latin America, realizado recientemente en Quito y al que asistieron 270 personas.
Croplife es una organización gremial internacional, sin fines de lucro, integrada por nueve compañías y una red de 23 asociaciones en 18 países de América latina.
Aunque el encuentro estuvo enfocado al potencial de la pequeña y mediana agricultura en América latina (como se informa por separado) la atención se centró en la necesidad de cumplir con las buenas prácticas agrícolas.
Fue en este contexto que José Perdomo, presidente ejecutivo de CropLife Latin America respondió a una consulta de LA NACION sobre intoxicaciones denunciadas en la provincia argentina de Córdoba: «Es una realidad, ocurrió», y agregó que en estos casos «hay falta de educación, ignorancia y negligencia». Pero también habló de «pelear contra las ideologías extremistas del miedo». Y por eso enfatizó: «Tenemos que invertir más en educación, en cursos y en el entrenamiento de los agricultores «.
Al respecto, el presidente de la Cámara Argentina de la Sanidad y Fertilizantes (Casafe), Jorge Parizzia, dijo que «hay una asignatura pendiente en estimular y generar lo que son las buenas prácticas agrícolas y en esto tiene que estar vinculada toda la cadena: la industria, los canales de distribución y, obviamente, el productor. Hay que controlar más el manejo del suelo, saber qué fertilizantes se usaron, qué protector de cultivo se empleó…». No obstante aclaró que desde la entidad hay programas de capacitación.
En este aspecto, Federico Elorza, coordinador técnico de Casafe y encargado del área de capacitación, explicó que esos cursos consisten básicamente en el uso seguro y responsable de productos fitosanitarios; en el manejo responsable de envases de productos fitosanitarios; en el almacenamiento y transporte seguro de productos; en toxicología de los fitosanitarios; en el uso de equipos de protección personal (EEP), y en las distancias seguras de aplicación y calibración de equipos pulverizadores. «El año pasado capacitamos a 13.000 personas en 138 cursos. En 2014 el objetivo es llegar a los 200, llegando a entrenar a 16.000 personas. Estamos bien, aunque no en el nivel en el que quisiéramos estar», apuntó el técnico.
Agregó Elorza que hace varios años desde la Cámara vienen planteando la necesidad de llegar con el mensaje al productor, de cómo usar responsablemente los productos. «No sólo queremos llegar a los agricultores, sino también a aplicadores, trabajadores rurales y público en general», sostuvo.
A propósito dijo que recientemente la entidad firmó un convenio con la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) para capacitar a todos sus afiliados durante este año.
Explicó que los casos más frecuentes de problemas con fitosanitarios son el mal uso. «Me refiero a la no utilización de los equipos de protección personal, lo cual puede producir intoxicaciones agudas leves por estar en contacto directo con lo productos. Estos están indicados claramente en las etiquetas de los productos».
Otros problemas comunes, explicó, son los efectos perjudiciales de aplicaciones de herbicidas a lotes vecinos (derivas), producto de la mala utilización y falta de calibración de las pulverizadoras.
Y más allá del campo, también hay accidentes domésticos con productos fitosanitarios para el jardín, «sobre todo con los niños, producto de que no se almacenan correctamente», explicó Elorza.
Por último, Juan Cruz Jaime, director ejecutivo de la entidad señaló: «En Casafe consideramos preocupantes los casos de contaminación por mala praxis, por eso nuestros programas de capacitación permanente son parte del corazón mismo del trabajo de la Cámara».
En respuesta a lograr una industria más responsable que tome conciencia de la salud humana el presidente saliente de la Junta Directiva de Croplife Latin America, Roberto Giesemann, señaló que «las buenas prácticas deben comenzar desde la escuela».
En ese sentido, José Perdomo, dijo que Croplife «tiene dos programas específicos: Cuidagro, que el año pasado entrenó a 145.000 agricultores, y Campolimpio, que en América latina recogió más de 50.000 toneladas de envases plásticos vacíos».
De todas maneras Perdomo enfatizó que los agroquímicos son desarrollados «tanto o más cuidadosamente que los productos medicinales», por eso está la etiqueta que tiene cada envase de agroquímico, que explica cómo usarlo y protegerse. «El hecho de que se desarrolle tanto tiempo un producto es para que no sólo no haga daño al ser humano, sino que tampoco cause impacto negativo en el ambiente: agua, tierra y cultivos. Los productos están diseñados para que con las buenas prácticas sean seguros. Si se usan mal, van a causar problemas», concluyó.
Fuente: La Nación