Akita
El Akita es un excelente opción a considerar cuando se está pensando en un perro para una finca. Su contextura física, temperamento, fiereza y lealtad lo convierten en un inmejorable guardián de sus dominios.
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Se trata de un perro grande y poderoso con una presencia noble e intimidante. Originalmente fue usado como perro de guardia de la realeza en el Japón feudal, pero incluido también en labores de caza y rastreo. Se trata de un fiero y leal guardián de la familia que no retrocede ante amenazas y no se atemoriza con facilidad. A pesar de ser un implacable perro de guardia, es afectuoso y respetuoso cuando se cría adecuadamente.
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Historia
El Akita debe su nombre a la provincia de Akita en el norte de Japón donde se cree que se originó esta raza. Los primeros relatos de la raza datan del siglo XVII, época en la cual se utilizaban Akita para actividades de guardia y de caza menor y mayor.
Esta valiente raza fue introducida a América por la afamada escritora norteamericana Helen Keller. El primer cachorro que llegó a América fue Kamikaze-go, animal que murió por distemper canino al año de edad. Pronto fue reemplazado por un perro de la misma camada llamado Kenzan-go. Keller con el tiempo escribiría que Kamikaze-go era un «ángel peludo» y que la raza Akita era «gentil, compañera y confiable».
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Después de la Segunda Guerra Mundial, soldados y civiles americanos volvieron de Japón con cachorros y perros Akita. Thomas Boyd fue uno de los primeros en iniciar la cría de Akita en Estados Unidos. Fue por ese entonces, mitad del siglo XX, que se empezó a consolidar el Akita americano en un perro más robusto que su ancestro japonés.
Sin embargo, muchos criadores se inclinaron por mantener la línea original japonesa. Esta controversia hizo que no fuero sino hasta 1972 cuando el American Kennel Club aceptó dentro de su asociación al Akita Club of America.
Hachiko, el Akita más famoso mereció una estatua en la ciudad japonesa de Shibuyu. Hachiko tuvo fama mundial en 1920 por la lealtad devota que tuvo con su amo, aún despues de que este muriera. Cuenta la historia que el perro siempre salía a esperarlo a la estación del tren a las 3 de la tarde, y así lo continuó haciendo después de que su propietario falleciera.
Aspecto físico
El perro akita se caracteriza por su imponente apariencia: cabeza grande, ojos pequeños y triangulares y gran contextura física lo convierten en un perro cuya presencia impacta.
Los machos tienen una altura a la cruz de 63 a 65 cm y un peso de 40 y 60 kg. Las hembras llegan a medir 58 a 60 cm y a pesar entre 35 y 55 kg.
El Akita presente muchos colores y combinaciones de color. Se aceptan negros, blancos, chocolate, arena y sus combinaciones. Esta raza tiene un doble pelaje: el de abajo es denso y el de arriba es corto.
Dentro de la raza existen dos líneas: el Akita japonés y el Akita americano. El primero es considerablemente más pequeño, tanto en altura como en masa corporal. El Akita japonés presenta una cabeza mucho más refinada (tipo zorro) que la cabeza ancha que exhibe el Akita americano. La línea japonesa tiene además ojos almendrados mientras que la americana los presenta triangulares. En los concursos de Akita en Japón, la máscara negra -característica en algunos perros de la línea americana- es motivo de descalificación.
Comportamiento
Esta raza es reconocida por su lealtad a toda prueba que tiene hacia sus amos. Puede ser dulce y afectuoso con los miembros de su familia. Esto lo convierte en un cariñoso protector cuya única función en la vida es servir a su propietario.
El Akita es un perro corajudo y un fiero guardian que no le teme a ningún intruso. Como casi todos los perros que ostentan un buen tamaño, el Akita no suele ladrar con regularidad, a no ser de que exista una verdadera razón para hacerlo. No es de los perros que ladran antes de tomar acción. Es un perro que por naturaleza desconfía de los extraños.
Tiene una fuerte tendencia a incurrir en agresiones con otros machos que desconozca. Se siente además desafiado cuando se le mira fijamente a los ojos. Es por este tipo de comportamiento que la socialización es determinante para el Akita.
Uno de los comportamientos recurrentes que exhiben ejemplares de la raza consiste en cargar objetos con su boca. Incluso suele ser común que a sus propietarios los tome por la muñeca en una clara manifestación de comunicación y amor.
Por tratarse de una raza dominante, el Akita tratará de dominar a su propietario. Es por esta razón que el propietario de un perro de esta raza debe ser una persona con un carácter fuerte. Definitivamente no es un perro para una persona tímida o para aquella que no sepa poner límites. Tampoco se recomienda para una persona que no tenga experiencia criando perros o para la que simplemente busca un perro faldero.
Es importante anotar además que el propietario de un Akita debe disponer del tiempo necesario para entrenar correctamente a su perro (esta raza no es de las que se debe dejar a cargo de un entrenador, es el propietario quien debe hacer este trabajo). El entrenamiento de un Akita puede tomar más tiempo que el que requieren otras razas. A pesar de tratarse de un perro inteligente, parte de su personalidad es la terquedad.
A pesar de su fuerte temperamento el Akita es un perro muy sociable que requiere tiempo para socializar con la familia y con otros perros. Es por esta razón que un Akita que permanezca la mayor parte del tiempo encerrado, se convertirá en un perro agresivo y destructor.
Quizás producto de su ancestro asiático, el Akita es un perro muy aseado, llegando a limpiarse como lo hace un gato.
Salud
Los Akitas son, por lo general, perros muy sanos, pero al igual que otras razas de gran tamaño se caracterizan por sufrir de displasia de cadera y dilatación y torsión gástrica. Otras dolencias relativamente frecuentes en la raza son hipotiroidismo, atrofia progresiva de retina, adenitis sebácea.
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