Animales son aliados contra el cambio climático
Un nuevo estudio concluye que los grandes animales pueden ser aliados excepcionales en la lucha contra el cambio climático.
Varios estudios sobre soluciones naturales al cambio climático se han enfocado en plantas y suelos porque está más que comprobado su rol en la captura de dióxido de carbono. Por otro lado, los esfuerzos en conservación han hecho énfasis en la importancia de conservar grandes especies carismáticas de fauna silvestre para garantizar un pool genético y la prestación de sus servicios ecosistémicos que se constituyen en un rol determinante dentro de los ecosistemas.
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Esto ha llevado a que varias investigaciones se empiecen a enfocar en los potenciales beneficios que sobre el clima tiene la conservación de especies de grandes animales. Se ha logrado concluir que, a diferencia de las plantas, los animales capturan una mínima cantidad de carbono en sus cuerpos. Según estimaciones de expertos en modelación biológica, todos los animales del mundo, desde medusas hasta ballenas, contienen carbón equivalente a dos meses de la emisión de combustible a nivel mundial. Solo los mamíferos y las aves contienen lo correspondiente a ocho minutos de emisiones.
Pero por otro lado, según un reporte publicado en la revista Current Biology, los animales son capaces de impactar el cambio climático al modificar las comunidades florísticas y, consecuentemente, afectar las reservas de carbón en plantas, suelos y sedimentos oceánicos. En este sentido, se ha determinado que los herbívoros – elefantes, rinocerontes, cebras, jirafas, bisontes, alces, otros rumiantes y monogástricos domésticos, entre otros – son los mayores responsables de este efecto.
Este efecto sobre el clima, que pueden llegar a tener los animales, es tan diverso como la misma fauna existente en el planeta. Por ejemplo, la presencia de herbívoros puede evidentemente incrementar emisiones de metano -gran contribuyente del efecto invernadero-, que es el efecto más que comprobado por la ganadería, pero a la vez puede disminuir esas mismas emisiones en suelos anegados durante gran parte del año -este papel lo desempeñarían especies como alces y búfalos-.
Pero para hacer una gran diferencia sobre el clima, estos efectos deberían operan en todos los ecosistemas a una escala global. Lo anterior puede lograrse a tres niveles. Primero, los grandes herbívoros pueden incrementar la captura de carbono por parte del suelo, las raíces y algunas partes de las plantas. Esto lo lograrían a través de la dispersión de semillas, el desmonte y la fertilización de los suelos al pastar.
Segundo, la actividad de los herbívoros puede incrementar el albedo (porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella) de la Tierra. Áreas más desmontadas tienen mayor albedo y reflejan más radiación, lo cual supone un efecto de enfriamiento. Cuando los animales pastorean, pisotean y trillan las comunidades de plantas, independientemente de que lo hagan en praderas o áreas enmontadas, generan un efecto directo sobre el albedo.
Finalmente, los herbívoros también pueden disminuir la presentación de incendios al consumir la vegetación lignificada, pues que disminuyen la materia combustible y crean un efecto de cortafuegos en el paisaje.
Los investigadores citados han identificado tres biomas en los cuales los animales tienen el más prominente efecto protector sobre el clima global. En las pasturas, tanto tropicales como de áreas templadas, los grandes animales cumplen los tres roles antes mencionados: reducen incendios, incrementan el albedo y ayudan a que la vegetación y el suelo capturen carbono.
Cuando los herbívoros consumen plantas lignificadas en las tundras, exponen el suelo a las bajas temperaturas, lo que a cambio mantiene el permafrost y previene la liberación de carbón del suelo. En este punto es preciso recordar que las tundras son el bioma que más contribuye a la mitigación del cambio climático.
Por otra parte, en los océanos los grandes animales -como ballenas- fertilizan el fitoplancton que, como se sabe, es la base de la cadena alimenticia en este ecosistema. A su vez, el fitoplancton captura dióxido de carbono y libera partículas de aerosoles que reducen el albedo atmosférico y, consecuentemente, generan un efecto de enfriamiento.
Sin duda alguna, esta línea de investigación debe ser explotada para orientar y enfocar los esfuerzos que se vienen haciendo a nivel mundial para disminuir los efectos nocivos que sobre el planeta tiene el calentamiento global.