Bienestar animal: el desafío continúa
Desde la época de las cavernas, pasando por Descartes, hasta nuestro tiempo de interconexión global, la percepción que la humanidad tiene de los animales ha cambiado muchísimo. Más allá de que muchas especies acompañen al Homo sapiens sapiens en su vida cotidiana y que en ocasiones las mascotas reemplacen a los hijos en la composición familiar, hoy en día el término bienestar animal está presente en toda acción que se toma hacia los animales.
En términos generales, el bienestar de un animal incluye su estado físico y mental, por lo tanto cualquier animal mantenido por el hombre, debe ser protegido de sufrimientos innecesarios. Este cambio en el pensamiento humano inició el siglo pasado. En efecto, en 1979, el Consejo para el Comité para Bienestar de los Animales de Granja (FAWC , por sus siglas en inglés), un órgano asesor independiente perteneciente al Comité Europeo, determinó que los animales de granja tienen derecho a las 5 “libertades”:
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- Libertad del Hambre y Sed: proveer una dieta satisfactoria, apropiada y segura, así como acceso a agua fresca.
- Libertad de Incomodidad y Molestias: proveer un ambiente apropiado que incluya refugios y área de descanso confortable.
- Libertad de Dolor, Lesiones y Enfermedades: prevenir o diagnosticar rápidamente. Tratamiento usando buen cuidado veterinario cuando sea requerido.
- Libertad de Expresar el Comportamiento Normal: proveer espacio suficiente, enriquecimiento ambiental apropiado y compañía.
- Libertad de Miedo y Sufrimiento: proveer condiciones y cuidados que eviten el miedo innecesario y el sufrimiento.
Si bien, hoy en día, la mayoría de países han incorporado este concepto a su legislación, varios programas académicos promueven el bienestar animal como una ciencia y en diferentes latitudes se han abierto institutos de protección y bienestar animal, en la práctica aún falta mucho por avanzar en la materia. Y esto obedece no solamente a la falta de implementación de las normas sino a la complejidad que supone el vínculo animal-humano.
Es indudable que hay animales que gozan más de este privilegio. Las mascotas particularmente son quizás las mayores beneficiarias de estas directrices. Pero esto no aplica en la misma forma para animales de producción, de experimentación o para aquellos considerados como plaga. Bajo la óptica de los conglomerados animalistas, quienes a todas luces ven deleznable el consumo de cualquier producto de origen animal, las 5 libertades son letra muerta.
Esto ha llevado a que incluso varias voces pidan un replanteo de los modelos productivos y que se busquen otras opciones de alimentación para la población mundial. Es indudable como el sistema de explotación pecuario atenta no solo contra el bienestar animal sino contra la integridad ecológica del planeta.
Así las cosas, pareciera que continuara el desafío que desde el neolítico los animales han representado a los primeros humanos. Con el agravante de que las decisiones que en la materia tome la humanidad pueden llegar a comprometer no solo la existencia de algunas especies animales sino de la misma especie humana.