Cabalgando
Si, los caballos son hermosos. Representan la libertad, la fortaleza en movimiento, la belleza de la creación e imponen cierto estatus al ser humano. En las fincas son animales imprescindibles por ser fuerza de trabajo y de divertimento.
Todo esto cierto. Pero en manos inexpertas o imprudentes, un caballo puede generar accidentes. Es por esto que no hay que olvidar que un caballo tiene el potencial para causar la muerte de una persona o dejar heridas lamentables durante toda la vida.
Para montar un caballo primero hay que conocer su comportamiento. Entenderlos. Saber que son animales nerviosos. Que no toleran perder el ángulo de visión respecto a una persona que se ubica en su parte posterior. Que cuando pone las orejas hacia atrás es mejor guardar distancia.Tener presente que, antes que montarlo, es muy recomendable que nos huela las manos, que acariciemos su cuello, que nos mire a los ojos. Que sepa quién lo va a montar. Porque son seres muy sensibles.
Los caballos tienen además la particularidad de sentir nuestra confianza o desconfianza. Si uno se sube a un caballo lleno de miedo, con certeza éste lo va a sentir. Y la va a cobrar. Porque los caballos son para la gente con decisión. Es que hay que tener poder de decisión para guiar a una mole de músculo de más de 300 kilogramos por un sendero irregular. Es un hecho. Los caballos son para la gente que confía en sí misma y sabe para donde va.
Los caballos tampoco son para borrachos. Ni para payasos que pretenden ser cosacos colgados de sus crines. Ni para insensibles ignorantes que no priman el derecho animal sobre el servicio que nos prestan. Tampoco deberían ser para narcotraficantes arribistas que han deteriorado la imagen de este noble animal, que ha acompañado al hombre en la conquista de imperios y nuevos territorios.
Pero que más da. Los caballos son unas de las buenas razones por las que vamos a nuestra finca o participamos en una cabalgata. Son además fuente de ingresos y parte de la vida de muchos. Así que vámonos para la finca y disfrutemos un buen momento cabalgando.