Colombia: las comunidades rurales y su papel clave para la conservación del puma
Por Mongabay Latam/Guillermo Rico
- ¿Cuáles son las principales amenazas para los pumas?
- ¿En qué se enfocan los esfuerzos para la conservación de la especie?
Camuflado entre el pasto de su encierro en el Bioparque Wakatá, un puma (Puma concolor) es uno de los animales que mayor atracción genera al público asistente a este zoológico ubicado a 22 kilómetros de Bogotá.
El puma es un felino de gran talla y entre 30 y 100 kilogramos de peso corporal que se distribuye prácticamente en todo el continente americano. Está catalogado según la lista roja de la UICN en la categoría Preocupación Menor y sus amenazas son principalmente la cacería indiscriminada y la pérdida de su hábitat natural.
En Colombia la especie habita todo el país, pero a pesar de ser considerado el felino con más amplia distribución en el territorio nacional, su estado de conservación no ha sido enteramente evaluado. Para el biólogo Carlos Delgado, director de Aburrá Natural y profesor de la Universidad CES, “los estudios sobre la especie son limitados y esto nos impide tener un conocimiento detallado de su estado de conservación”.
Esteban Payán, director ejecutivo de Panthera Colombia, considera que el puma, junto con el jaguar (Panthera onca), es una de las especies de felinos más amenazadas. Según este biólogo, los grandes felinos son los primeros en extinguirse ya que requieren grandes áreas bien conservadas, tienen características reproductivas lentas (gestación y crianza prolongada y camadas pequeñas) y están sujetos a grandes amenazas por parte de las comunidades humanas.
La importancia de los grandes carnívoros, como el puma, radica en que pueden regular las poblaciones de las especies que se constituyen como sus presas naturales, controlando excesos de poblaciones y, en consecuencia, influyendo directamente sobre la comunidad vegetal. En términos reales la conservación de los grandes carnívoros tiene un efecto sobre la estructura y el mantenimiento de los bosques tropicales, así como sobre los servicios ambientales que estos últimos prestan.
Este hermoso felino de color leonado se encuentra en bosques secos y húmedos y en el páramo en altitudes de hasta 4100 ms.n.m. La especie puede ocupar prácticamente todos los hábitats, a excepción de aquellos inundables. Por lo general, habitan bosques maduros e intervenidos. Son animales solitarios, aunque en ocasiones puede encontrarse en parejas o con crías. Su actividad se ha reportado principalmente en la noche. Su dieta es carnívora y comen cualquier animal que puedan atrapar y matar, alimentándose principalmente de mamíferos medianos y grandes.
El problema de la depredación
Son precisamente sus hábitos alimentarios la razón por la que los pumas podrían entrar en conflicto con el ser humano. Bajo el escenario actual, caracterizado por la fragmentación y la destrucción de hábitats, la disminución del tamaño población de las presas naturales y el avance de la frontera agropecuaria, se ha establecido que el tamaño y la capacidad de depredación de la especie la convierten en una amenaza potencial hacia el ganado doméstico.
“Los datos que hasta ahora hemos obtenido sobre la dieta de puma nos permiten determinar que en el valle de Aburrá (subregión ubicada en la cordillera central de los Andes colombianos) se están alimentando de animales silvestres, en especial de roedores. Hasta el momento no hemos encontrado resto de presas de animales domésticos pero el estudio de análisis de excrementos aún está en desarrollo”, aseguró Delgado a Mongabay Latam.
Si bien algunos estudios, como el realizado por Aburrá Natural, no son concluyentes en cuanto a la depredación de animales domésticos por parte de pumas, este tipo de comportamiento y el consecuente conflicto que genera ha sido comprobado por diferentes expertos en la materia a lo largo y ancho de su distribución geográfica (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, México, Panamá).
La mordedura del puma ocurre generalmente en la garganta de sus presas y la muerte de estas ocurre por asfixia, aunque ocasionalmente muerde la nuca de algunas presas pequeñas. Las presas frecuentemente presentan hemorragias extensas en el cuello y la nuca con marcas de las garras en los costados. El puma suele esconder sus presas en la hojarasca y vegetación circundante. Se han observado eventos de depredación en los cuales el puma en un mismo ataque mata varios animales domésticos pero únicamente se alimenta de uno de estos. Este comportamiento particular genera a los afectados una especial animadversión hacia la especie.
“La depredación es el componente más importante del conflicto entre humanos y felinos”, aseguró Payán. “El conflicto incluye el miedo a la fiera y este causa algo de la cacería incidental, es decir, cuando el cazador se encuentra el felino”, sostuvo.
Según lo expresado a Mongabay Latam por varios campesinos en los alrededores de Guarinocito en el departamento de Caldas (región ganadera del centro del país), después de un ataque a los animales domésticos por parte de un felino como el puma, la principal reacción de la comunidad es de temor a que alguna persona sea atacada por el felino y a que se incremente la pérdida económica producto de la depredación. Luego viene la cacería del animal.
Si bien en el territorio colombiano está prohibida la caza de fauna silvestre, culturalmente esta actividad es aceptada y justificada (frente a un eventual ataque) en muchas regiones del país. Este tipo de eventos desafortunados son reportados periódicamente a lo largo y ancho de Colombia.
Pero por suerte la percepción hacia este felino silvestre por parte de los campesinos no siempre es igual. Carlos Marulanda, administrador de una finca ganadera en la vereda El Tambor del municipio de Honda en el departamento del Tolima (centro del país), relató, con una sonrisa en sus labios, los encuentros que ha tenido con pumas en la región. “Son unos animalitos muy bonitos, con unas manos bien grandotas, que yo no permito que los cacen porque nunca he tenido problemas con ellos”, le dijo Marulanda a Mongabay Latam.
Al respecto, varios estudios han concluido que en aquellas zonas donde la cacería no es una tendencia, los problemas de depredación son escasos. La gran mayoría de los casos de depredación de carnívoros silvestres sobre animales domésticos refleja algún tipo de desequilibrio en el ecosistema local, de tal forma que la ausencia o disminución de las presas naturales puede resultar en el inicio de los ataques a los animales domésticos.
Otras amenazas
La cacería de esta especie, especialmente en respuesta a previos eventos depredatorios de animales domésticos y producto también del tráfico ilegal de fauna silvestre, es tan solo una de las amenazas que tiene que afrontar el puma en la actualidad.
Se estima que por la pérdida del hábitat natural por deforestación y como consecuencia de la ampliación de la frontera agropecuaria el puma ha sido extirpado del 40 % de su área de distribución en Latinoamérica. Si bien en Colombia habita en diferentes pisos térmicos, al parecer su rango geográfico se ha disminuido en los últimos años.
“La deforestación y la presencia creciente de urbanizaciones, parcelaciones, y un crecimiento del cuerpo automotor y vías, las cuales fragmentan y aislan los parches de bosque existente, poniendo en riesgo al puma y otros mamíferos carnívoros”, indicó Delgado para ilustrar el motivo por el que el hábitat del puma está amenazado en el valle de Aburrá.
Este tipo de escenarios es especialmente común en los alrededores de las grandes urbes y se constituye en un especial desafío para la conservación de la fauna silvestre. “Tener grandes carnívoros (como el puma) tan cerca de una ciudad como Medellín puede ser un caso especial en el contexto nacional, pero no es una excepción a nivel continental o mundial, con leopardos habitando zonas periurbanas en India, hienas viviendo alrededor de algunas ciudades africanas y pumas estableciéndose en centros urbanos y poblados de Estados Unidos y Brasil. Nosotros al igual que estas otras urbes, debemos entender la existencia de estos animales como un gran reto a nuestra capacidad de habitar, conservar y manejar apropiadamente unas montañas biodiversas”, le dijo Delgado a Mongabay Latam.
Existen además otras amenazas, que si bien tienen un menor impacto sobre la conservación de la especie, deben ser consideradas para buscar eventuales soluciones. “El uso de raticidas puede ser un factor adicional que ponga en riesgo a los pumas por los efectos primarios o secundarios que este tipo de venenos puede ocasionar en la fauna silvestre”, aseguró Delgado.
¿Qué se está haciendo para su conservación?
Son varias las iniciativas que se han emprendido en Colombia para conservar el puma y, en conjunto, las otras especies de felinos silvestres presentes en el país.
Si bien es cierto que en las ganaderías modernas a nivel mundial, la depredación por parte de carnívoros silvestres no es considerada como el principal efecto deletéreo para la actividad productiva y que para grandes explotaciones las pérdidas económicas causadas por depredación son mínimas, es importante y perentorio brindar escenarios que planteen soluciones al conflicto puma-ganaderos en el país. Lo anterior con el fin de promover la conservación de la especie y de su hábitat natural, y adicionalmente, para procurar sistemas productivos sostenibles.
En otros países se han implementado diferentes estrategias para manejar diversas especies de depredadores con un éxito relativo. Como parte de la solución se han planteado sistemas de compensación económica, acompañamiento a los rebaños por perros pastores, confinamiento del ganado durante la noche, ecoturismo selectivo, prácticas condicionantes de aversión al sabor, traslocación de depredadores, cría de búfalos (Bubalus bubalus) en zonas de alto riesgo de depredación y campañas de educación a la comunidad.
Precisamente, el éxito en la implementación de estas medidas radica en la idiosincrasia y participación de las comunidades locales, así como en la capacidad de gestión de las entidades gubernamentales y privadas.
En este contexto Panthera Colombia ha diseñado algunos talleres y módulos de Buenas Prácticas Ganaderas de Sostenibilidad Ambiental en cooperación con la Federación Nacional de Ganaderos, ha trabajado en el diagnóstico del conflicto entre grandes felinos y ganado y ha implementado medidas de manejo para limitar pérdidas en ganado por depredación de grandes felinos. En paralelo a esto, ha realizado múltiples talleres sobre el tema con comunidades y autoridades, a nivel local, regional y nacional.
Para Payán, “si bien en los parques naturales existen algunas poblaciones de grandes felinos, la conservación en el interior de fincas es definitiva ya que esta especie (al igual que muchas otras) no se restringe exclusivamente a las zonas protegidas”. Es por esta razón que resulta particularmente importante que los esfuerzos de conservación se realicen de la mano con las comunidades humanas que conviven con el puma.
En este sentido, la eficiencia de los sistemas productivos y el uso de la tierra de acuerdo a su vocación pueden ser factores adicionales a considerar para minimizar la depredación en las ganaderías. Al respecto, Javier González, veterinario e investigador de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, considera que dentro de las tierras existentes en las grandes haciendas ganaderas, no todas son indicadas para la explotación ganadera debido a su baja productividad agropecuaria.
Bajo este orden de ideas, algunas ganaderías han buscado implementar sistemas de producción intensiva y semiintensiva, que generen además servicios ambientalesmediante la protección de fuentes hídricas, la conservación del bosque nativo y la disminución de efectos negativos de desechos orgánicos. Es posible que en este tipo de sistema de producción los incidentes con puma disminuyan, por lo que estas ganaderías pueden llegar a ser catalogadas, no solo sostenibles, sino amigables con el puma, generando así un valor agregado al producto final ofrecido al consumidor.
Como parte de un espectro más amplio en pro de la conservación de la especie, Panthera Colombia, viene además desarrollando un proyecto con la Corporación del Valle del Cauca (CVC) con el fin de elaborar el primera Plan de Manejo Departamental para felinos 2015-2020. De acuerdo con Payán este proyecto contempla: “Primero, evaluar el estado de las poblaciones de los seis especies de felinos. Esto implica muestreos de cámaras trampa en la cordillera central, norte del Valle (occidente del país), cordillera occidental y pacífico. Segundo, implementar alternativas de manejo del conflicto entre felinos y humanos en seis fincas. Y tercero, formular el plan de acción departamental 2014-2020 para los felinos del Valle”.
Por otra parte, desde el 2013 Aburrá Natural ha estado investigando, divulgando y educando sobre el puma y su presencia en el valle de Aburrá y las amenazas con que cuenta la especie. “Tenemos registros de la especie desde 2013, donde filmamos (con el uso de cámaras trampa) la presencia de, por lo menos, dos individuos. Además de esto, estudiamos la especie a partir de rastros secundarios como huellas y/o excrementos”, enfatizó Delgado.
Iniciativas como “Rastreo Colombia” y el “Sistema Local de Áreas Protegidas de Envigado – SILAPE” tienen registros adicionales de la especie en otros sectores del valle de Aburrá. “Por ejemplo, SILAPE está representado por más de 3000 hectáreas de núcleos de conservación distribuidos en las seis veredas que tiene el municipio y los investigadores de este proyecto han registrado la presencia de puma en las seis veredas del municipio, sea en cámaras trampa o por la presencia de excretas, por lo que sugieren que la especie está en toda el área rural de Envigado y es una de las razones por las cuales quieren promoverlo como objeto de conservación del SILAPE”, aseguró Delgado.
En paralelo con las acciones antes mencionadas, en algunas regiones del país se han realizado campañas de educación a las comunidades para generar conciencia ambiental con el fin de conservar el hábitat remanente del puma, se entienda la cacería como una actividad que genera perjuicio indirecto a largo plazo para las ganaderías y la comunidad, y se valore al puma como una especie que representa un alto valor ambiental y cultural para la región.