Control y prevención de incendios en fincas
Según el Ministerio del Medio Ambiente, en Colombia la gran mayoría de incendios forestales son de origen antrópico, es decir, son ocasionados directa o indirectamente por actividades humanas. Este fenómeno no es un hecho aislado, en efecto, de acuerdo a un análisis de la información recopilada a nivel nacional, entre los años 1.986 y 2.002, los incendios forestales afectaron 400.788 ha en todo el territorio nacional. Es por esta razón que el conocimiento y la divulgación de la información sobre el control y la prevención de incendios en fincas es fundamental.
Los incendios impactan dramáticamente a la sociedad, al afectar cultivos y animales de producción, la calidad de la madera, destruir hábitat naturales, impactar negativamente comunidades biológicas, eliminar total o parcial la regeneración natural y, claro está, comprometer en ocasiones vidas humanas.
Durante un incendio, el suelo es afectado de acuerdo al tipo de vegetación o cobertura vegetal que lo conformen, a los tipos de suelos, a las condiciones climáticas y a la topografía. Por ejemplo, el fuego elimina la materia orgánica y altera el ciclo de nutrientes, volatiliza el nitrógeno, altera el ciclo del calcio, fósforo y potasio causando empobrecimiento de la capacidad productiva de la tierra, erosión, modifica las estructuras del suelo y disminuye la infiltración del agua. De igual forma, en suelos arcillosos, se acelera el proceso de erosión y desertificación.
La vida silvestre sufre de alteraciones como consecuencia de las elevadas temperaturas, muchas especies animales mueren o emigran dejando zonas con baja riqueza biológica. También se elimina el hábitat para muchas especies endémicas alterando el ciclo alimenticio por la destrucción de las principales fuentes de alimento. La vegetación se ve altamente afectada por el calor radiante desprendido y dependiendo de su intensidad afecta los tallos de las plantas, deshidrata los tejidos vegetales y reduce la tasa de crecimiento.
Muchas de las actividades que se realizan en las fincas son predisponentes a la presentación de incendios, por ejemplo, es casi que una constante las quemas con el fin de preparar el terreno para el establecimiento de cultivos o pasturas. La gente recurre a la quema porque espera obtener beneficios con este sistema. El problema no estriba en el uso del fuego para tal efecto, sino en su manejo. Por lo tanto, la meta global de una política sobre incendios debe consistir en reducir sus efectos adversos.
De igual forma, la mala disposición de residuos favorece la prevalencia de incendios en la medida. Fogatas desatendidas, presencia de especies vegetales pirógenas (Retamo espinoso – Ulex europaeus), cacería, altas temperaturas ambientales, son también causantes de incendios en nuestras fincas.
Por las razones anteriormente expuestas, la educación ambiental es eje determinante dentro del control y la prevención de incendios. La prevención de incendios y la educación pública y de los afectados son factores claves para aminorar este problema. La prevención de incendios se entiende como el conjunto de acciones, normas o trabajos previos a la ocurrencia de un incendio, buscando evitar o minimizar la acción destructiva del mismo. Al respecto, es importante sensibilizar a la población sobre los numerosos beneficios de los bosques y pastizales sobre el hecho que no puede continuar el uso indiscriminado del fuego y la explotación no selectiva y sin manejo de los mismos, sin que ello provoque enormes consecuencias negativas en los planos regional, nacional y local. Es muy probable que resulte mejor, sobre todo en el largo plazo, invertir en sensibilización y en programas eficaces de educación pública conducentes a la prevención, que destinar ingentes recursos a combatir incendios forestales. Precisamente, diferentes experiencias permiten concluir que los buenos resultados que se obtienen en el manejo de incendios se deben en gran parte a la cooperación entre el gobierno y los finkeros y la sociedad en general, con miras a poner en ejecución un programa efectivo de detección, respuesta inicial y prevención de incendios.
Bajo este contexto, promover una política de quema planificada y controlada, es la alternativa más viable, dentro de las herramientas comprendidas desde la educación ambiental para la disminución de incendios forestales. Esta opción se basa en el hecho fáctico de que el uso del fuego conlleva tanto ventajas como desventajas, y en la convicción de que es preciso persuadir y alentar a la gente a utilizar el fuego de una manera más favorable, controlada y responsable, de modo que al tiempo de rendir beneficios, también reduzca sus costos o desventajas sociales, económicas y ambientales.
Así pues, hay que encarar el reto de establecer un marco de política que sea lo suficientemente flexible como para dar cabida a una serie de diferentes situaciones y prácticas sociales, valores culturales, tradiciones y condiciones ecológicas, sin dejar de promover iniciativas que redunden en sistemas mejor controlados de uso del fuego y, por consiguiente, en menos incendios no controlados. Es preciso, además, dar mayor importancia a las medidas para mejorar el manejo del fuego, ya que actualmente se hace demasiado hincapié en las medidas punitivas, que contrasta con la ínfima capacidad para ponerlas en ejecución, por lo que la mayor parte de la población y el personal pertinente se sienten desalentados a asumir la responsabilidad general por el manejo de los incendios forestales.
La formulación y ejecución de la política sobre el uso del fuego debe armonizarse e integrarse estrechamente en las políticas que regulan la propiedad de las tierras y el uso de ellas y de sus recursos. Para que dé buenos resultados, esta política debe desarrollarse en conjunto con las políticas más generales relacionadas con el uso de la tierra en los sectores forestal y agrícola. De no ser así, los logros y ventajas en un sector pueden anularse debido a la evolución de los procesos en los otros.
Dentro de la educación ambiental contemplada en el control de incendios, se debe incluir información de contacto a la cual acudir ante un eventual incendio. Precisamente, son parte de la cadena de prevención y control de incendios, además de la comunidad, la policía municipal, el ejército, el cuerpo de bomberos y la Corporación Autónoma Regional respectiva. Para este efecto es más que recomendable que, como finkeros responsables, tengamos siempre a la mano los teléfonos de contacto de estas entidades, de tal forma que nuestra actuación durante un incendio sea lo más oportuna y eficaz posible.
Es importante tener presente además que, el control de incendios consiste básicamente en aislar el fuego en un área mediante una brecha o enfriamiento del combustible que impida su propagación, lo cual se logra gracias a la implementación de líneas y de áreas cortafuegos. Las líneas cortafuegos son un tratamiento preventivo de defensa contra incendios forestales que consiste en realizar líneas continuas desprovistas de vegetación, hasta suelo mineral. Por su parte, el área cortafuegos, es el tratamiento preventivo de defensa contra incendios forestales que consiste en preparar zonas en las que se reduce el volumen del combustible vegetal, fundamentalmente de vegetación arbustiva, de matorral o herbácea y arbórea. Es de anotar que durante un incendio se deben salvaguardar, además de las vidas humanas, todos los animales de producción, maquinaria agrícola, cultivos y fuentes de agua. El aislamiento de la línea de fuego de todo material combustible (madera, leña, pintura, gasolina, gas) debe ser otra de las acciones a tomar con mayor prontitud durante un incendio en nuestras fincas.
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