El amoniaco en avicultura
El amoniaco es reconocido como uno de los olores más notorios en avicultura y su efecto negativo para el ambiente ha sido documentado por varios estudios. Dentro de todas las actividades pecuarias, la industria avícola, es la mayor contribuyente a las emisiones de amoniaco, por lo que numerosas investigaciones sobre los impactos ambientales que genera se han realizado por parte del sector privado y de agencias regulatorias del sector público.
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Es por esto que las empresas avícolas deben evaluar el efecto que tiene el amoniaco sobre la salud de sus empleados la de las aves, ya que está comprobado que da altas concentraciones de amoniaco atmosférico pueden ser nocivas para la fisiología y productividad aviaria.
El amoniaco es reconocido como un contaminante alcalino e irritante del aire, con límites establecidos en 25-50 ppm por cada 8 horas de exposición y un nivel peligroso para la salud humana por encima de 300 ppm.
La exposición a amoniaco que pueden sufrir las aves puede conllevar impactos sobre su salud y crecimiento. Amoniaco en exceso ha sido considerado como un factor de estrés fisiológico que reduce la ingesta de alimento y la tasa de crecimiento, disminuye significativamente la producción de huevo luego de 7 semanas de exposición a concentraciones de 102 ppm, y puede también afectar la calidad del huevo.
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Aún más, se cree que el amoniaco puede dañar el tracto respiratorio y las paredes pulmonares e incrementar la incidencia de enfermedades e infecciones secundarias como Newcastle, aerosaculitis, y la prevalencia de Mycoplasma gallisepticum. Incluso, algunos resultados controversiales han indicado que la exposición excesiva al amoniaco puede llegar a disminuir la respuesta inmune en aves, dependiendo de la edad de las aves y del nivel y duración de la exposición al amoníaco.
Aún así, el peso promedio de las aves, el peso de la bolsa de Fabricio y el peso de las caracasas no se han encontrado significativamente diferentes entre aves expuestas a concentraciones de amoníaco de 0, 25, 50 ppm.
Estudios previos han reportado que el nivel de amoníaco en el interior de galpones avícolas puede verse afectado por múltiples factores, como son la ventilación de los galpones, el manejo de las camas y de la gallinaza/pollinaza, la densidad de las aves, y componentes ambientales como temperatura, humedad, polvo y patógenos. Se ha llegado a considerar que todos estos factores interactúan con el amoníaco. Por ejemplo, se ha reportado que los niveles de amoníaco puede incrementarse hasta 7 veces a temperaturas de 40,6 centígrados, comparados con ambientes controlados a 18,3 centígrados.
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Varias evaluaciones han determinado que las altas temperaturas son un factor que influencia positivamente altos niveles de amoníaco. Adicionalmente, niveles de estrés calórico (por encima de 35 centígrados) se han documentado como factores que influencia la producción de huevo y el consumo de gallinas ponedoras. En términos de salud fisiológica, se ha reportado el estrés calórico limita la actividad antioxidante de las enzimas y reacciones de oxidación-reducción en las aves. El estrés calórico afecta igualmente las hormonas responsables de la ovulación y disminuye la respuesta celular a la hormona luteinizante.
Varios parámetros han sido usados para evaluar la salud y la respuesta inmune en aves. Las inmunoglobulinas G, M y A son las Ig principalmente secretadas por las células beta ante la presencia de antígenos. Precisamente, esta capacidad antioxidante es considerada como un importante factor de salud animal.
¿Qué pasa con las ponedoras?
Como las gallinas ponedoras viven más que los broilers, pueden desarrollar diferentes desórdenes al exponerse al amoníaco por periodos más prolongados. Si bien hay varias investigaciones sobre los efectos adversos en la salud y el desempeño de las aves de corral, en la actualidad existe poca evidencia que revele que el sistema inmune y la productividad de las gallinas ponedoras cambia luego de una prolongada exposición a amoníaco en clima cálido.
Aún así, se sabe que el estrés calórico y las altas concentraciones de amoníaco son factores negativos para el sistema inmune y la incidencia de enfermedades. Basándose en los cambios en la inmunoglobulina G, se ha sugerido controlar la concentración de amoníaco y la temperatura durante el pico de producción de gallinas ponedoras. Adicionalmente, un regulación de la temperatura normal al inicio de la postura debe ser mantenida, mientras que los controles la concentración de amoníaco debe enfocarse específicamente durante el pico de producción de huevo.
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Fuente: Dapeng Li, Qin Tong, Zhengxiang Shi, Hao Li, Yu Wang, Baoming Li, Geqi Yan, Hui Chen, Weichao Zheng, Effects of chronic heat stress and ammonia concentration on blood parameters of laying hens, Poultry Science, Volume 99, Issue 8, 2020, Pages 3784-3792, ISSN 0032-5791,
https://doi.org/10.1016/j.psj.2020.03.060.