El fenómeno de »El Niño’, que aún sigue su curso, es considerado el segundo más fuerte en la historia. Un caso similar de fenómenos de variabilidad climática, ocurrió de 2010 a 2011 cuando llegaron lluvias por el fenómeno de «La Niña» con inundaciones muy por encima de los promedios históricos que le costó al país 2.2% del PIB. En los últimos años quedó claro que Colombia es muy vulnerable y que estos eventos ambientales, se vuelven más intensos y frecuentes con el cambio climático.
En este escenario, el sector energético es uno de los más afectados. Cerca del 70% de la electricidad del país se produce con hidroeléctricas en condiciones normales. Y aunque eso significa que Colombia es un país con «energía limpia», esta fuente es muy vulnerable al cambio climático pues se corre el riesgo de quedar sin energía en épocas de sequía. El 30% restante viene de termoeléctricas que usan gas, diesel y carbón para generar electricidad. Pero esta fuente, que emite gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático, está mostrando sus límites.
En la próxima década Colombia necesitará 40% más energía. Hay que resistir la tentación de acudir a energías fósiles para generar electricidad y seguir liderando procesos internacionales frente a la lucha contra al cambio climático.
Es por esto que llegó el momento de virar hacia las energías renovables como la eólica, solar y geotérmica que no contribuyen al cambio climático. Colombia tiene el potencial para hacerlo y ha avanzado en el tema, pero necesita un plan ambicioso y una hoja de ruta. Diversificar la matriz eléctrica con fuentes limpias es una apuesta visionaria.