Fauna silvestre atropellada en Colombia: una amenaza para la conservación de especies
Por Mongabay Latam/Guillermo Rico
- Un estudio realizado por Panthera Colombia en el valle del río Magdalena estableció una tasa de atropello de fauna silvestre de cerca de 45 individuos/km/año en más de 2700 kilómetros de carreteras que atraviesan esta importante región colombiana.
- En la Orinoquía los más afectados son los osos meleros y los osos palmeros.
- Según datos de Tayra, la zarigüeya y el zorro perro son las especies más afectadas a lo largo de la red vial colombiana.
Las carreteras son un elemento fundamental en el desarrollo socioeconómico de un país. Permiten mejorar la calidad de vida de los habitantes, facilitan el intercambio comercial y contribuyen directamente a la economía local y regional.
Sin embargo, en la medida en que avanza el desarrollo económico y se incrementa la construcción de infraestructura vial, se generan impactos negativos en la dinámica natural de los ecosistemas naturales y de la fauna silvestre asociada dentro de los que se incluyen el atropello de animales.
La red vial de Colombia consta de más de 16 600 kilómetros en solo carreteras principales y actualmente existen numerosos proyectos para incrementarla. Si bien este avance en infraestructura, necesario para el desarrollo de las regiones del país, se hace de la mano de estudios de impacto ambiental, el atropello de fauna silvestre en carreteras es una problemática que cada vez se hace más visible y exige acciones concretas para solucionarla.
Datos de carretera
El atropello de fauna silvestre en carreteras es una problemática mundial derivada de la construcción de carreteras y de la pérdida y fragmentación de hábitats naturales. En efecto, la mortalidad por atropello de fauna silvestre puede alcanzar cifras de millones por año. En Australia un estudio de la Universidad de Southern Cross estima que al menos cinco millones de anfibios mueren anualmente aplastados en carreteras, mientras que en Estados Unidos, según se cita en un informe de High Country News, las cifras ascienden a un millón de vertebrados por día.
Para Juan Manuel Obando de Tayra (Transporte, Animales y Registro de Atropellamientos), aplicación colombiana para el registro de fauna silvestre en carreteras, el atropello de fauna es la evidencia final y directa de una problemática de gran escala: fragmentación, aislamiento, pérdida de hábitat, expansión urbana, contaminación, aumento desmesurado de las carreteras y de vehículos motorizados.
Obando sostiene que si a la transformación y pérdida acelerada de los fragmentos de bosque que rodean regiones como el Valle de Aburrá, centro del departamento de Antioquia, se le suma la constante mortalidad de fauna en carreteras, podría ocurrir la extinción local de algunas especies o una disminución considerable de algunas poblaciones naturales, particularmente de carnívoros, aves y anfibios.
En Colombia hace más de 15 años se viene monitoreando e investigando este fenómeno. Un estudio reciente realizado por Panthera Colombia en el valle del río Magdalena estableció una tasa de atropellamiento de fauna silvestre de cerca de 45 individuos/km/año en más de 2700 kilómetros de carreteras que atraviesan esta importante región colombiana. Según Panthera Colombia, los mamíferos, seguidos por las aves y los reptiles, son las víctimas más prevalentes de esta problemática.
Información generada por la Fundación Cunaguaro en los últimos cinco años, establece que semanalmente mueren un promedio de cinco osos meleros (Tamandua tetradactyla) y dos osos palmeros (Myrmecophaga tridactyla) solo en un tramo de 80 kilómetros entre Yopal y Pore, departamento de Casanare, oriente del país. Es probable que esta amenaza sea mucho más grave si se considera toda la malla vial de la Orinoquía.
Especies más afectadas
Un estudio de la Universidad de Sucre entre 2014 y 2015 permitió concluir que la zarigüeya (Didelphis marsupialis), el sapo (Rhinella marina), el gallinazo común (Coragyps atratus) y el bichofué gritón (Pitangus sulphuratus) son las especies más comúnmente afectadas por esta problemática en las carreteras de la región Caribe colombiana.
Según datos de Tayra, la zarigüeya y el zorro perro (Cerdocyon thous) son las especies más afectadas a lo largo de la red vial colombiana. De al menos 12 especies de mamíferos carnívoros reportados en los bosques de la ladera suroriental del Valle de Aburrá, nueve especies han sido arrolladas en las vías que la dividen. De 39 especies de mamíferos terrestres reportadas para la ladera suroriental del Valle de Aburrá, por lo menos 26 especies han sido registradas arrolladas. De 200 especies de aves reportadas, 25 especies han sido arrolladas por vehículos y de 10 serpientes que habitan este territorio, Tayra ha registrado siete especies que mueren con frecuencia en las vías.
Rojano considera que el impacto de los atropellos en las vías es la principal amenaza que afecta la conservación de osos meleros y osos palmeros en la Orinoquía colombiana, incluso superior al efecto que genera en ambas especies la cacería, la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal.
De igual forma resulta preocupante que este fenómeno afecte a especies como el tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus), ya que, según datos aportados por Tayra, en un periodo de ocho años se han registrado 10 atropellos en la zona del Valle de Aburrá.
Patrones en la vía
Los patrones de atropello varían según las especies y las zonas. Rojano sostiene que en la Marginal de la Selva, vía que comunica los departamentos de Guaviare y de Arauca (suroriente y oriente del país respectivamente), se han identificado puntos críticos con características especiales por el gran flujo de fauna silvestre. “Por ejemplo, los osos hormigueros son atropellados en horas de la noche, en tramos rectos de la vía, que tengan vegetación boscosa bordeando la vía. En otras vías departamentales, se ha identificado que las babillas suelen ser atropelladas durante la época seca”, afirma Rojano.
Este fenómeno es consecuencia de la fragmentación de hábitat generada por el trazado de las carreteras que obliga a la fauna silvestre a atravesar la vía en busca de agua, alimento o refugio. “Esto se traduce en que las estrategias de prevención no pueden ser estándar, y se deben adaptar a las características puntuales de cada lugar”, asegura Rojano.
En entornos periurbanos, como las laderas del Valle de Aburrá, Tayra ha encontrado patrones espaciales que generan un impacto fuerte sobre algunas especies, en especial sobre aquellas que requieren áreas extensas y conectadas. Obando señala que donde se encuentran los procesos más agresivos de urbanización y que circundan ecosistemas estratégicos, las consecuencias han sido nefastas para los mamíferos carnívoros. “Tramos de menos de 500 metros en los que en un año han sido arrollados el 50 % de las especies de mamíferos carnívoros reportados para el Sistema Local de Áreas Protegidas de Envigado, que son territorios biodiversos, pero frágiles, sometidos y aislados por las carreteras y las urbanizaciones”, afirma.
Soluciones en la ruta
Rojano y Obando coinciden en que es necesario articular a las organizaciones de la sociedad civil, las autoridades gubernamentales, medios de comunicación y la comunidad en general para brindar soluciones a esta problemática. “Se requiere del compromiso de las autoridades gubernamentales y sus contratistas para que se tomen medidas a gran escala, por ejemplo, pasos de fauna subterráneos o elevados, e incluso carreteras amigables con la fauna”, afirma Rojano.
Los datos generados a través del monitoreo de las vías son insumos para el diseño de nuevas vías y para el desarrollo de campañas de educación con la comunidad. Precisamente, Tayra ha sugerido tramos de reducción de la velocidad vehicular y estrategias para restringir la movilidad en horas de la noche para disminuir la mortalidad en las carreteras surorientales del Valle de Aburrá.
“Creemos que la señalización en las carreteras también debe cumplir un papel educativo y debe ser acorde a la fauna asociada a los ecosistemas circundantes a las vías. Se debe informar a los conductores que están ingresando en un territorio biodiverso, para que comprendan que el cruce de animales no ocurre en tramos puntuales exclusivamente y que puede presentarse en cualquier momento”, puntualiza Obando.
como se llama el animal que aparece en la primera fotografia.
Es un grisón o huroncito (Galictis vittata).