La experiencia del Eje Cafetero
Desde los albores del siglo XX, la producción cafetera representó un importante rubro dentro de la economía de Colombia, hasta el punto de ser un componente importante de las exportaciones. Adicionalmente, el cultivo del café estableció una cultura a su alrededor que se expresó en la arquitectura, la gastronomía y la idiosincrasia de sus pueblos. A medida que el país empezó aplicar la política de diversificación de las exportaciones, este producto fue perdiendo peso relativo.
En el centro de Colombia existe una región denominada genéricamente Eje Cafetero, constituida por los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío, que concentró gran parte de la producción nacional del grano. Esta región logró niveles de desarrollo altos y un nivel de vida por encima de los estándares del país. Mientras el café tuvo precios altos o por lo menos aceptables, concentró toda la atención de la sociedad regional. Las demás alternativas eran marginales; el turismo ni siquiera se incluía en tal categoría.
La crisis cafetera de los años 80 afectó dramáticamente la economía de la región y generó un problema social de grandes dimensiones. Si bien la actividad cafetera quedó gravemente afectada, las fincas y haciendas cafeteras quedaron en pie y con requerimiento para su mantenimiento. Fue entonces cuando un grupo de finkeros y empresarios de la región inició a explorar la actividad del turismo como generadora de empleo y estabilidad económica para la región.
Este emprendimiento recibió apoyo gubernamental y de entidades internacionales, lo cual permitió que para el año de 1.995 se estableciera el “Plan estratégico para el desarrollo del turismo rural en el Eje Cafetero”, el cual proponía lineamientos básicos para que los tres departamentos que constituyen el llamado Eje Cafetero, actuaran coordinadamente. Se decidió que el turismo rural era el que ofrecía mayores oportunidades a la región –fincas con una identidad arquitectónica bien definida, infraestructura básica de buena calidad, identidad cultural marcada– y se detectaron dos grandes áreas en las que había que trabajar: educación para la prestación del servicio turístico y mejora de los estándares de calidad para ofrecer un producto bien diseñado.
A pesar del terremoto de enero de 1999, que afectó drásticamente a la economía de la región, el proceso de consolidación del turismo como alternativa de desarrollo continuó especialmente en el departamento del Quindío, que fue el más afectado por el fenómeno natural. Este logró que alguna parte de los recursos destinados, a la reconstrucción se emplearan para fortalecer proyectos como el Parque Nacional del Café, todo un emblema del departamento, de manera que se contribuyera a la generación rápida de empleo en la zona.
Una vez posicionado el turismo rural, la diversificación no se hizo esperar. Los parques temáticos empezaron a tener una gran fuerza de atracción para visitantes de las tres grandes ciudades de Colombia –en su orden, para la región, llegaron viajeros de Cali, Medellín y Bogotá–; se construyeron con inversión privada el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria (Panaca) y el Parque Nacional de la Guadua, que son un excelente complemento para el agroturismo.
Este proceso ha arrojado beneficios para la población del Eje Cafetero y para los propietarios de las fincas. Según datos recientes, el turismo, tan sólo en el departamento del Quindío, genera más de 1.000 empleos directos y más de 4.000 empleos indirectos. Adicionalmente, a este desarrollo regional se han vinculado alrededor de 300 fincas y se han creado 300 pequeñas empresas después de 1995, entre las cuales se destacan: restaurantes, almacenes de artesanías, cafés, sitios nocturnos, operadoras turísticas, agencias de viajes, transporte turístico, asociaciones de guías, microempresas agroindustriales, nuevos hoteles, etc. Se han dado algunas inversiones de significativo monto, como el Parque del Café (500.000 visitantes promedio/año); el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria (Panaca) (300.000 visitantes promedio/año) y el Parque Nacional de la Guadua, los cuales han facilitado la recuperación de la cultura e identidad regionales.
La región cuenta hoy en día con varias fincas agroturísticas certificadas en procesos de calidad y se ha lanzado la marca “Haciendas del Café” en los mercados nacional e internacional. La actividad turística ha sido altamente benéfica, precisamente porque existe una gran identidad cultural, los propios habitantes de la región se han capacitado para el desarrollo de empresas y de la gestión del turismo (en armonía con el sector público), se ha dado el decidido impulso de las entidades gubernamentales y se ha garantizado la seguridad al visitante.
Aunado a estos avances del sector turismo en el Eje Cafetero, se han logrado a nivel nacional importantes avances tecnológicos que permiten generar un mayor valor a la oferta turística. Precisamente, Finkeros.com, se constituye en la más innovadora y efectiva plataforma tecnológica para que los propietarios de fincas agroturísticas en el Eje Cafetero y en toda Colombia, ofrezcan sus servicios mediante gran visibilidad y administren sus reservas eficientemente. Finkeros.com genera un gran posicionamiento en el mercado para todas las empresas y emprendimientos que promueven el agroturismo en el Eje Cafetero y en todo el país.
Fuente: Fernández, 1998. Una mirada al desarrollo turístico regional en Colombia. Turismo y Sociedad.
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