La miel como cicatrizante
La miel ha venido siendo utilizada para el tratamiento de heridas infectadas hace más de 2.000 años, mucho tiempo antes de que se descubrieran las bacterias y su papel dentro de las enfermedades infecciosas. Recientemente, se ha reportado que la miel tiene un efecto inhibitorio sobre más de 60 especies de bacterias, tanto aerobias como anaerobias, gram positivas y gram negativas. Igualmente se ha observado acción antimicótica, particularmente sobre Aspergillus sp. y Penicillium sp. Debido a la alta prevalencia de especies de microorganismos resistentes a los antibióticos convencionales, últimamente se ha estado re-evaluando el uso terapéutico de la miel, tanto en humanos como en animales.
La miel, por ser una sustancia saturada de azúcares, tiene un efecto osmótico que inhibe el crecimiento bacteriano mediante la ruptura de la pared celular de los microorganismos. Adicionalmente, la concentración de peróxido de hidrógeno que tiene la miel permite la disminución efectiva de la inflamación. La miel, además, promueve la proliferación de linfocitos en sangre periférica, favoreciendo así una correcta cicatrización. El mismo efecto que tiene la miel, lo puede tener la panela o la melaza, pero por experiencia propia, la cicatrización que confiere la miel es más eficiente y fina.
Los animales, especialmente los que tenemos en nuestras fincas, tienen una alta probabilidad de hacerse heridas que, de no tratarse adecuadamente, pueden generar infecciones que muchas veces producen la muerte. Es por esta razón que una excelente alternativa para el tratamiento de heridas en nuestros animales es la miel. En el momento de realizar la aplicación de la miel, es importante limpiar bien la zona afectada (mediante el uso de solución yodada o agua oxigenada) y aplicar una fina capa de miel; es preciso además, tener en cuenta el comportamiento animal, por esta razón muchas veces se deben amarrar caballos o perros tratados para evitar que se laman o incluso se automutilen durante todo el proceso de cicatrización. Se sugiere también aplicar sobre la capa de miel, un desinfectante y larvicida comercial (tipo piretroide) para controlar las moscas (si se hace necesario se debe hacer paralelamente un control de moscas en el establo o caballeriza). No olvidar instaurar una terapia antibiótica formulada por el Médico Veterinario de confianza, así como limpiar y volver a aplicar la miel periódicamente hasta la cicatrización final.
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