Lo que debe saber del consumo responsable
La creciente demanda de productos provenientes de sistemas sostenibles genera cambios en los productores.
La mayor preocupación de Adriana Rodríguez, arquitecta y madre de familia, es el bienestar y la salud de sus hijos frente a su alimentación. Se informa continuamente sobre los riesgos y las enfermedades potenciales que pueden transmitir lo que consume. Vive en la disyuntiva constante de adquirir carnes, frutas y verduras de la mejor calidad y de un origen conocido. Es, además, una ferviente defensora del medio ambiente y promueve dentro de su círculo cercano el consumo responsable de productos orgánicos.
Es por esta razón que Adriana prefiere los huevos de ‘gallinas felices’, tiene un proveedor de pollo campesino, busca mercados locales y revisa detenidamente los sellos de calidad en las envolturas de los productos que consume. Como ella, cada vez son más los consumidores que exigen calidad y conocimiento del origen y del proceso de producción de lo que llega a sus mesas.
Esta tendencia que ya es mundial ha llevado desde hace un par de décadas a que productores, organizaciones y entidades establezcan en conjunto normas para producir alimento de calidad, mediante prácticas que respeten el medio ambiente y que a su vez sean responsables con sus empleados.
Según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), es posible lograr productos inocuos, es decir, sanos, que no causen daño a la salud de los consumidores, mediante la aplicación de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).
Las BPA buscan el mejoramiento de los métodos convencionales de producción con énfasis en la inocuidad del producto y con el menor impacto de las prácticas de producción sobre el ambiente, la fauna, la flora y la salud de los trabajadores. Janneth Ortíz, auditora interna de este tema en el ICA, considera que “la implementación de las BPA, logra no solo el cumplimiento de las características ideales de un alimento sino consumidores finales satisfechos”.
Es precisamente esa búsqueda de la satisfacción del consumidor a la que la han apuntado varios productores agropecuarios en Colombia, a través de la sostenibilidad. El propósito, aparte de ofrecer un producto de óptima calidad, es hacer un buen uso de los recursos naturales y brindar las mejores condiciones laborales para sus empleados. Esto además les permite acceder a los cada vez más exigentes mercados internacionales.
¿Sirve la certificación?
“Nos certificamos porque la competitividad depende del uso racional de los recursos naturales y de la sostenibilidad de los sistemas productivos para garantizar la calidad de vida de nuestros trabajadores y el crecimiento económico de nuestra empresa”, asegura Marlen Sánchez auditora interna de las fincas cafeteras Varsovia, La Lila y Villa Isabel ubicadas en Dosquebradas, Risaralda.
Al igual que fincas como éstas, otras explotaciones están siendo certificadas con el fin de incrementar su productividad y lograr acceder a mejores precios internacionales. NaturaCert es una de las organizaciones que acompaña a los empresarios del agro para que su producción sea certificada como sostenible. Esta organización empezó operaciones en el 2009 como parte de una iniciativa de la Fundación Natura.
La firma fue concebida para ofrecer servicios de certificación y verificación de estándares nacionales e internacionales para productos agrícolas sostenibles colombianos. En la actualidad NaturaCert trabaja con productores de banano, café, flores y palma africana.
Para las fincas certificadas, la sostenibilidad entra a formar parte de la visión empresarial. Según Andrés Fernández, administrador de fincas cafeteras en los departamentos del Cauca y del Huila, “la sostenibilidad es el motivo principal de producción de la empresa, puesto que siempre se busca producir sin dañar el medio ambiente en ninguno de los procesos”.
Sandra Restrepo, directora de NaturaCert y quien dirige un equipo de más de quince auditores, considera que “para los productores, uno de los objetivos de la certificación es poder mantenerse en el mercado, ofrecer calidad y despertar conciencia social.”
Esa conciencia social y el interés que se ha despertado alrededor de la conservación de los recursos naturales, es lo que ha llevado a otros gremios del sector agropecuario a dar pasos importantes para ofrecer productos sostenibles. La ganadería es uno de ellos.
Estos sistemas establecen la incorporación de árboles en los potreros ganaderos para contribuir a la captura de carbono, promover la conservación de la fauna local e incrementar la productividad ganadera.
Andrés Zuluaga, coordinador general del proyecto Ganadería colombiana sostenible de Fedegan, sostiene que “esta iniciativa hace un balance entre la conservación y la producción”. Para el gremio es importante que 400.000 familias de pequeños y medianos ganaderos que hay en el país, puedan vivir dignamente de esta actividad productiva. Destaca Zuluaga que “también es necesario que entiendan la importancia de destinar áreas para la conservación”.
Estas iniciativas que se vienen desarrollando en el país buscan que amas de casa como Adriana puedan tener la satisfacción de que los productos con los que alimenta a sus hijos son de la mejor calidad y respetan al medio ambiente.
También pretenden que los productores puedan ofrecer sus productos bajo las exigencias de los mercados internacionales y de esta forma continuar generando empleo gracias al crecimiento de su empresa. “Nos hemos certificado porque vemos la necesidad de pertenecer al mercado creciente de los productos certificados y porque creemos en que el cumplimiento de las normas es un proceso de mejora continua que nos llevará a la producción sostenible, incrementará la calidad del producto y mejorará la calidad de vida de los caficultores”, asegura Fernández.