Los transgénicos no serían tan malos como parecen
A pesar de que muchos consumidores con conciencia ambiental prefieren productos que certifican que no provienen de semillas genéticamente modificadas, podrían estar contribuyendo a un efecto contrario en el planeta.
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Algunos estudios sugieren que los cultivos genéticamente modificados pueden hacer la agricultura más sostenible al reducir el uso de la tierra y los insumos agrícolas, asó como la producción de gases que contribuyen al efecto invernadero.
Un reciente análisis hecho en Alemania asegura que la Unión Europea puede disminuir en un 7,5% los gases de efecto invernadero que se generan en el sector agrícola, si se expande el uso de cultivos genéticamente modificados. Los investigadores estiman que este cambio podría evitar que se liberaran 33 millones de toneladas de gases de CO2, al utilizar menos campos de cultivo.
Fuente: https://ambrook.com/research/when-organic-farming-doesnt-pay-off