Mariposas sostenibles
Vanessa Wilches nunca pensó que un viaje a Estados Unidos en el año 2000 sería el inicio de un negocio sostenible, que ha sido premiado como ejemplo de emprendimiento y que involucra activamente la comunidad cercana. Todo comenzó con la visita a un mariposario.
“Esta idea hasta entonces inexplorada e inexplotada en nuestro país, tomó eco cuando junto con mi madre, se la mencionamos a entidades recientemente creadas en aquella época (2000) como el Ministerio de Medio Ambiente y a otras como Proexport y el Instituto Humboldt”, asegura Vanessa Wilches, gerente de Alas de Colombia.
Hoy en día, su empresa, Alas de Colombia, es el principal productor de mariposas en Colombia. La empresa está soportada por dieciséis grupos productores compuestos por veintiocho familias de las cuatro veredas circundantes al zoocriadero ubicado en Palmira, Valle del Cauca. En total, aproximadamente cincuenta personas viven y mejoran sus condiciones cada día gracias a la zoocría de mariposas.
Pero todo no fue tan fácil. Se debieron sortear limitantes técnicas, jurídicas y sociales. “El desconocimiento del tema por las autoridades ambientales, debido a lo novedoso y por no contar con antecedentes históricos en la actividad, generó que hubiera muchas barreras y vacíos legales que vencer”, sostiene Wilches. “La legislación no contemplaba este tipo de aprovechamiento y tuvimos que luchar con reglamentos estipulados para otros animales, como babillas y boas, muy diferentes en su ciclo biológico a las mariposas, que en lugar de demorarse cuatro años de desarrollo se demoraban tan solo cuatro meses” explica.
En efecto, a pesar de que Colombia desde 1981 forma parte de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES), fue hasta la expedición de la Ley 611 de 2.000 que se permitió aprovechar la fauna silvestre a través de cosecha directa del medio natural o mediante el establecimiento de zoocriaderos de ciclo abierto, como los de mariposas.
La comercialización y exportación de mariposas tampoco estaba contemplada en ese entonces dentro de la legislación colombiana. “No existía siquiera subpartida arancelaria para exportar pupas de mariposas vivas y nos tocó esperar que la DIAN la generara para catalogar el producto”, enfatiza Wilches. Hoy en día, incluso, en ciudades como Bogotá aún no se permite su comercialización, a pesar de que provenga de una producción avalada por las licencias ambientales correspondientes.
Otro reto que tuvo que afrontar Alas de Colombia fue competir con productores internacionales que dominaban el mercado desde hacía 25 años. La producción y comercialización de mariposas no es un negocio nuevo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Biodiversidad de Costa Rica, en este país, donde se inició la actividad comercial en 1.984, se producen más de 300.000 pupas anuales.
Según estudios del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (IAvH), el mercado de mariposas vivas a nivel mundial representa más de cinco millones de dólares al año. Este negocio está comprendido por la oferta de mariposas muertas (destinadas principalmente a coleccionistas y museos), pupas (ofrecidas a coleccionistas, museos y exhibiciones) y mariposas vivas para ser liberadas en eventos especiales.
En los últimos años se ha incrementado el número de productores y proveedores de mariposas, lo que ha hecho más competitivo el mercado y ha obligado a las empresas productoras a ofrecer una oferta más variada. Para el año 2009, en Colombia existían nueve zoocriaderos de mariposas en fase comercial y dieciséis más estaban en fase experimental, dentro de las cuales, aparte de Alas de Colombia, se encuentran Tanama Insect Farm en Anolaima, Cundinamarca y Zoonatura en Otanche, Boyacá.
Es precisamente gracias al amplio portafolio de especies de mariposas colombianas, junto con la alta calidad de sus productos, que la empresa de Vanessa Wilches ha logrado posicionarse en el mercado. Según Gonzalo Andrade, investigador del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, para 2008 se habían reportado 3.273 especies de mariposas en Colombia. Esta gran diversidad, la segunda mayor en el trópico americano, se evidencia especialmente en los valles interandinos, la Amazonia, Chocó biogeográfico, la Sierra de la Macarena y la Sierra Nevada de Santa Marta.
Pero más importante que el número de especies, su función es vital dentro del ecosistema. Las mariposas cumplen un papel ecológico primordial. De acuerdo a un estudio realizado por centros de investigación biológica en México, estas actúan como polinizadores, son agentes de regulación biológica de plagas, son fuente de proteína para otros animales e incluso para algunas comunidades humanas y son recicladores de compuestos orgánicos en los suelos. Se les considera además como indicadores de calidad ambiental y son aliados en la investigación científica.
A parte de la producción de mariposas y del posicionamiento que ha logrado la empresa en el mercado internacional, en Alas de Colombia se destaca el trabajo social que ha venido desarrollando con la comunidad de Palmira. “Son la base clave de nuestra empresa. Toda la producción se lleva a cabo con la comunidad. Este modelo ha sido desarrollado pensando en su empoderamiento como microempresarios que actúan de manera independiente trabajando desde sus casas sin vinculación laboral pero sí en alianza estratégica con Alas de Colombia” enfatiza Wilches.
La licencia ambiental de Alas de Colombia avala y circunscribe la actividad, enmarcada dentro de lineamientos de respeto y manejo ambiental que son controlados por la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC). Estos microempresarios están organizados en la Asociación de productores de mariposas El Arenillo (Asopromar), conformada principalmente por mujeres. En este aspecto, Alas de Colombia se encargó de capacitar en zoocría a los microempresarios. Con el apoyo de la CVC, de Acción Social de la Presidencia de la República y de la Alcaldía de Palmira se desarrolló el proyecto mediante la construcción del laboratorio y de los viveros que conforman el zoocriadero comunitario.
El modelo sostenible implementado por Alas de Colombia, comprendido dentro de la legislación vigente, establece el retorno del 10 por ciento de la producción obtenida. “En el medio silvestre menos del 5 por ciento de las mariposas llegan al estado adulto, debido al ataque de depredadores naturales. Con la zoocría que les proporciona alimento y protección, el 80 por ciento lo logra”, explica Wilches. “Esto permite trabajar en repoblación, devolución al medio y aprovechamiento comercial, sin ir en detrimento de las especies. La zoocría implica manejo de agricultura orgánica, cero químicos e insecticidas y prácticas positivas de manejo ambiental como la prohibición de quemas, reforestación, mantenimiento de quebradas y todo lo que se relacione con impacto ambiental positivo. El cambio de mentalidad y cultura de la población ha sido lo más
notorio.”, complementa la gerente de Alas de Colombia.
La sostenibilidad fue uno de los retos iniciales que se fijó la empresa. En el momento de iniciar el proyecto, la comunidad acostumbraba hacer quemas y fumigar con agroquímicos. No había una cultura de manejo de basuras y mucho menos una conciencia ambiental. ”Nos tocó un arduo trabajo de concientización y socialización. En muchas ocasiones tuvimos que ver morir poblaciones enteras de nuestras mariposas, porque algún vecino había quemado o fumigado cerca. Poco a poco fuimos socializando el proyecto y haciendo labor de capacitación en agricultura orgánica para cambiar las prácticas agrícolas de la zona”
A pesar de los buenos resultados de Alas de Colombia, la empresa actualmente enfrenta altos cobros administrativos ambientales que para concepto de Wilches, “van en detrimento del desarrollo del biocomercio en Colombia y golpean las empresas que queremos hacer las cosas legalmente, propiciando que muchos otros sigan en la clandestinidad y en la evasión”.
Según un estudio, realizado por estudiantes de la Maestría en Gestión de Organizaciones de la Escuela de Administración de Negocios, el biocomercio en el país no la tiene tan fácil. Las políticas para el acceso a los recursos genéticos con fines investigativos y comerciales ofrecen limitaciones en la práctica. Aún más, los trabajos académicos sin valor comercial realizados dentro del territorio nacional, encuentran altas barreras en la expedición de permisos. Es por esta razón que las empresas comerciales interesadas en desarrollar proyectos de biocomercio deben realizar grandes inversiones en trámites y montaje. “No es claro el camino de cómo se está preparando el país para generar riqueza a las comunidades locales y nacionales a través de regalías derivadas de la utilización de la biodiversidad”, concluye el estudio.
Bajo este orden de ideas, de acuerdo al IAvH, si bien es evidente el desarrollo y el progreso alcanzado en algunos zoocriaderos, como Alas de Colombia, es oportuna una discusión sobre el papel que en los últimos años las corporaciones autónomas regionales han tenido en el desarrollo de la zoocría. En términos generales se han desconocido sus altos requerimientos técnicos y financieros, el contexto socioeconómico y cultural de las comunidades, la baja productividad inicial, el largo plazo requerido para el retorno de la inversión y los requerimientos de los mercados nacionales e internacionales.
Resulta además importante identificar aquellas especies promisorias para la cría en cautiverio, que no supongan grandes inversiones de capital, que sean sostenibles social, cultural y ambientalmente, de forma tal que explotadas bajo sistemas de aprovechamiento sostenible mantengan su potencial para satisfacer necesidades presentes y futuras de la población humana y garanticen su conservación.
En esto coincide la gerente de Alas de Colombia, quien afirma que “hay un enorme abanico de oportunidades por la riqueza de nuestros recursos naturales y por la alta capacidad de innovación del colombiano, que bien podría ser la esperanza para el desarrollo de nuestro país y el salvavidas de la economía y el desarrollo de la población”.
Es importante precisar además que el uso sostenible de los componentes de la diversidad biológica es uno de los tres objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica, al cual está vinculado Colombia, y a ella se refiere el Artículo 10 de la misma, por el que se requiere que las partes adopten medidas relativas a este uso sostenible.
“Son ahora 14 años criando mariposas y lo más gratificante es mostrar una cara amable de nuestro país en otras latitudes, donde mariposarios de exhibición al público muestran estas embajadoras aladas como símbolo de sostenibilidad y paz en el campo colombiano”, concluye Wilches.
Buenos días.
Felicitarlos por su articulo tan necesario.
Quisiera tener el apoyo de alguien sobre todo lo que tiene que ver con mariposas; quisiera ejecutar un proyecto completamente pedagógico para la elaboracion de un mariposario para la universidad donde trabajo aquí en Colombia. Como puede obtener información legal para dicho estudio???
Te sugerimos contactar a la Corporación Autónoma Regional del departamento donde estés ubicada.
Buen día, soy estudiante de zootecnia de la Universidad Nacional sede Bogotá y estoy llevando a cabo un proyecto academico de zoocriaderos en cundinamarca, me gustaría contactar con Tanama Insect Proyect en Anolaima, he buscado en la red pero no encuentro muchos resultados. Me gustaría si por aquí me pudieran colaborar con algo de informacion al respecto, estaría muy agradecido si me pudieran colaborar con alguo de información al respecto, muchas gracias.
Camilo Barrios, su propietario, trabaja en Asoovinos. Contáctalos y pide allá su numero.