Micoplasmosis aviar
La industria avícola a nivel mundial es un negocio lucrativo gracias al alto consumo de pollo y huevo y al potencial que tiene para crecer dado el incremento demográfico y a un mayor consumo percapita de este tipo de fuente de proteína. Una de las grandes amenazas de esta industria es el control y el tratamiento de enfermedades infecciosas, debido a las altas densidades poblacionales, que se manejan en las explotaciones avícolas, y a una consecuente mayor tasa de contacto entre animales. Dentro de estas enfermedades infecciosas, la micoplasmosis aviar se constituye en una de las mayores amenazas de esta actividad por las grandes pérdidas económicas que genera.
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Los micoplasmas son pequeños procariotas sin pared celular, rodeadas de tres capas de membrana plásmica con un diámetro que oscila entre 300 a 800 nm. Pueden afectar tanto a humanos como a animales, con una temperatura óptima para su desarrollo y replicación de 37°C .
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Mycoplasma gallisepticum es una de las bacterias más virulentas que afectan el sistema respiratorio de las aves. Es por esto que la Organización Internacional de Epizootias (OIE) considera que la micoplasmosis aviar es de reporte obligatorio a nivel mundial. Mycoplasma gallisepticum causa enfermedad respiratoria crónica en broilers, ponedoras y reproductores, y sinusitis infecciosa en pavos. También puede afectar directamente la producción de huevo. Adicionalmente, también puede servir de puerta de entrada para otras infecciones virales y bacterianas, afectando la eficacia de las vacunas virales para aves.
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Las aves afectadas por la enfermedad respiratoria crónica causada por Mycoplasma gallisepticum evidencian síntomas respiratorios, estornudos, estertores, conjuntivitis, lagrimeo, exudación nasal, mortalidad embrionaria, menor producción de huevo y de eclosión, y unas tasas de conversión alimenticia y de ganancia de peso reducidas.
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Además de la sintomatología en los animales, existen varias pruebas para diagnosticar la micoplasmosis. El diagnóstico del Mycoplasma gallisepticum se basa en asilamiento, identificación, detección de anticuerpos y reacción de la cadena de polimerasa (PCR). El cultivo de estos organismo resulta difícil debido a su lento crecimiento. Por lo que son frecuentemente usadas pruebas de aglutinación en suero y inhibición a la hemoaglutinación. Para prevenir la presentación de micoplasmosis en galpones es preciso implementar estrictas medidas ambientales y de bioseguridad.
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En definitiva, el Mycoplasma gallisepticum es un patógeno severo de las aves de corral. Es por esto que todo plantel avícola de implementar programas para su prevención que incluyan bioseguridad, tratamiento y vacunación.
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Fuente: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0032579121006799