Ovejas: manejo de madres y crías

La selección de las hembras para la reproducción dentro del plantel, es tan estratégica como la selección de machos y tiene efectos directos sobre la mortalidad prenatal, ya que la habilidad materna tiene un alta heredabilidad en la especie. Es de recordar que una de las causas más importantes de mortalidad perinatal en ovejas es precisamente la falta de amamantamiento por parte de las hembras. Bajo este orden de ideas, aquellas hijas de madres que no presentaron problemas durante la gestación ni durante el parto y cuyas crías tuvieron una baja tasa de mortalidad, deben ser hembras destinadas a la reproducción.

Durante la gestación, se debe tener particular cuidado con la nutrición de la hembra gestante y con la cantidad de alimento que esta ingiere, ya que esto incide directamente sobre la sobrevivencia de las crías, en la medida en que determina el peso de las crías al nacer; durante el último trimestre de la gestación, la sobrealimentación de las hembras gestantes puede generar sobrepeso de las crías al nacer (aún más cuando se trata de parto de una sola cría) y favorecer así la presentación de problemas de distocia durante el parto. En contraposición, deficiencias en el tamaño y la calidad de la ración ofrecida a hembras gestantes pueden reflejarse en crías con bajo peso al nacer (en especial cuando se tratan de partos gemelares o de trillizos). Si bien pueden existir ciertas diferencias entre razas, es importante recordar que la tasa de sobrevivencia en crías incrementa cuando el peso al nacimiento está entre 3 y 5 kg.

Una vez nacen las crías, y después de haber recibido la limpieza por parte de su madre, es imperativo desinfectar el ombligo utilizando solución yodada (se sugiere utilizar yodo blanco) para disminuir la transmisión de enfermedades infecciosas por vía vertical. Teniendo en cuenta, que en esta etapa inicial las crías pueden morir fácilmente de hambre y que la ingesta de calostro es vital para conferirles inmunidad materna, es importante verificar la presentación de mastitis o de pezones perdidos en la hembra lactante. Es de recordar que una cría debe recibir como mínimo entre 100 y 200 ml de leche durante las primeras 24 horas de vida, de tal forma que dado el caso este suministro debe ser garantizado a como dé lugar, incluso a través de una sonda estomacal.

Al igual que lo que sucede en otras especies, en ovejas es importante garantizar un periodo de impronta de 24 a 36 horas, en el cual la hembra gestante y sus crías se identifiquen entre sí y se genere un fuerte vínculo que puede llegar a determinar la viabilidad de las crías hasta el momento del destete y procurar así un adecuado comportamiento maternal por parte de la hembra. Lo anterior se puede lograr al contar dentro del plantel con cubículos de parto. Si bien en varios planteles son habituales los reportes de agresividad intraespecífica dentro de los grupos de producción, es posible minimizar este riesgo al establecer pequeños grupos de madres con sus crías en las primeras semanas de vida. En caso de que se presente el caso de que alguna cría haya perdido su madre, es posible conseguir una madre sustituta dentro de las hembras que se encuentren criando dentro del plantel; para este fin, se debe escoger una hembra que se encuentre amamantando crías de una edad similar a la huérfana y aplicar la descarga vaginal de la hembra a la cría huérfana para que sea reconocida como parte de sus crías. Vale la pena recordar que una oveja en buena condición corporal puede llegar a amamantar hasta tres crías. Por lo mencionado anteriormente es definitivo garantizar una adecuada lactancia en todas las crías, máximo cuando los lactoreemplazadores comerciales formulados para ganado bovino no son sugeridos para crianza de corderos debido a que no suplen los requerimientos nutricionales de la especie (25% grasa, 25% proteína, 25% lactosa, 6-7% cenizas y 0,5% fibra).

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