Páramos
Los parámos son ecosistemas estratégicos por cuanto representan altas tasas de endemismo de flora, la prestación de servicios ecosistémicos y son consideradas primordialmente como fábricas de agua. Este tipo de ecosistemas ocurre únicamente en el norte de Suramérica (Colombia, Ecuador y Venezuela) y en Costa Rica. Los páramos son extremadamente vulnerables al uso antrópico del suelo. La sequedad fisiológica producto de la acidez de los suelos, las bajas temperaturas reinantes, el efecto desecante de los vientos, la gran incidencia de radiación ultravioleta, el efecto de la altura sobre el aire, y la frecuencia relativa de heladas, son considerados efectos limitantes sobre la recuperación y resiliencia de este tipo de ecosistemas.
Históricamente, se le han dado usos errados a este tipo de ecosistemas. Es así como, el pastoreo de bovinos y ovinos se asocia siempre con quemas, las cuales eliminan progresivamente la vegetación leñosa y desecan gradualmente el páramo, para al final convertirlo en una superficie para pastoreo caracterizado por muy baja productividad. Desafortunadamente, grandes extensiones de páramos han sido quemadas en nuestro país, muchas de estas dentro de fincas, resultando en una degradación del hábitat y desecamiento de nacederos y fuentes de agua.
La extracción de leña o de carbón de madera para subsistencia de los residentes locales o para alimentar la demanda de mercados locales, ha dado al traste con los bosques enclavados en los páramos. Es así como la conservación de especies leñosas se han visto seriamente amenazada por este proceso (p.e. Escallonia, Clethra, Diplostephium, Hesperomeles, Polylepis, Weinmannia). Paralelamente, se ha dado tradicionalmente una extracción de musgos para surtir el mercado navideño, afectándose la integridad ecológica de estos ecosistemas.
La agricultura es una actividad que igualmente ha generado gran impacto en los páramos del país; en particular, el cultivo de papa es quizás el que genera mayor disrupción ecológica en los páramos, especialmente por el cambio en la cobertura vegetal y la contaminación de fuentes de agua con agroquímicos.
La caza de muchas especies animales propias de los páramos también ha incidido dramáticamente en la conservación de este ecosistema y de las poblaciones faunísticas. Se ha documentado que poblaciones de especies como conejo (Sylvilagus brasiliensis), curí (Cavia anolaimae), borugo (Agouti taczanowski), guagua loba (Dinomys branickii), cusumbo (Nasuella olivacea), oso de anteojos (Tremarctos ornatus), puma (Puma concolor), venados (Mazama rufina, Odocoileus virginianus y Pudu mephistophiles), danta de páramo (Tapirus pinchaque), así como varias especies de aves, se han visto afectadas por la caza irracional y desmedida.
De igual forma, la minería se constituye en una de las actividades que mayor disrupción ecológica genera en este tipo de ecosistemas, los efectos de la minería genera contaminación de fuentes de agua y la desaparición de comunidades biológicas. La diferencia de esta actividad en relación con las descritas anteriormente, es que supone un efecto deletéreo a gran escala y en la mayoría de los casos un daño irrecuperable en el mediano plazo. Adicionalmente, partiendo de la base de que la minería es un importante generador de valor para los grandes grupos económicos, la reglamentación y el control de la minería se puede ver influenciada por intereses creados al interior de las entidades gubernamentales correspondientes.
Por lo expuesto anteriormente, es que podemos asegurar que la existencia de un páramo en una finca es un tesoro y una gran responsabilidad para el finkero. Un páramo dentro de una finca se debe proteger, prohibir su uso para actividades agropecuarias y controlar eventuales incendios que se puedan presentar. Es de vital importancia su conservación para garantizar los servicios ecosistémicos y los consecuentes beneficios para la población humana. Seamos buenos finkeros, convirtámonos en defensores de los páramos en nuestras fincas.
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