Perros como mascota
Las mascotas son parte de una relación simbiótica en la que se beneficia tanto los animales como los seres humanos. Si bien esta práctica viene de tiempos prehistóricos, el uso de animales como mascotas aparentemente satisface una necesidad profunda y universal que tiene el ser humano.
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Si bien los perros inicialmente eran trabajadores y compañeros del hombre en la faena diaria, tipos específicos de perros se empezaron a utilizar como mascotas. Según estudios de pinturas rupestres y hallazgos arqueológicos en tumbas, los perros fueron domesticados y mantenidos como mascotas desde el Paleolítico. Se cree además que los perros no solo fueron la primera especie en ser domesticada sino la primera en volverse mascota.
En el antiguo Egipto este tipo de perros presentaban pelo corto y orejas y hocicos puntiagudos. Los griegos echaron mano de perros provenientes de Malta, a los que llamaron Melitan y eran muy parecidos a los malteses actuales. Posteriormente, los pequeños perros tipo spitz se volvieron muy populares como mascotas.
Fueron, miembros de las clases más altas de la sociedad, los aristócratas, las altas cortes e incluso los monarcas, los primeros depositarios de los perros que se desempeñaban como mascotas. Y precisamente fue en esas cortes donde, con especial énfasis a partir del siglo XVIII, empezaron a aparecer pinturas de perros de compañía, como símbolos de estatus, compartiendo palacios, casas y posando por lo general en el canto de mujeres de la realeza.
Esos pequeños perros empezaron a simbolizar además la típica lealtad y devoción de los perros, pero también fueron asociados con el deseo de las mujeres de tener un hijo. Fue por esto que muchas de las razas caninas consideradas como perros falderos o típicos perros tipo mascota, se desarrollaron para que su apariencia fuera similar a la de un infante o al menos a la de una cría de los grandes perros que históricamente acompañaban al ser humano.