Perros malcriados
Cuando se trata de un perro malcriado de una raza pequeña o mediana, la gente suele restarle importancia a su educación pero… ¿qué ocurre cuando hablamos de un animalón de cuarenta, cincuenta, ochenta o noventa kilos que planta sus patas sobre nuestros hombros y nos chupa la cara, empujándonos contra la pared e inmovilizándonos mientras nos saluda “cordialmente”?
¿O cuando, en el parque, el perro sale corriendo detrás de un gato y no vuelve hasta dos horas y media después? Y, ¿qué decir de esos perros que no atienden razones y mordisquean todos los muebles, las cortinas y alfombras, los zapatos y cualquier otra cosa que se les ponga por delante? Los perros peleones también merecen un capítulo aparte. Es por esto que no hay nada peor que un perro malcriado, o quizás sí, un propietario que nunca hizo nada para remediar esta situación.