Serpientes en nuestras fincas: víbora de cascabel
La víbora de cascabel (Crotalus durissus), serpiente cascabel tropical, cascabel o cascabela, es una especie venenosa, distribuida desde México hasta Suramérica. Es la serpiente más distribuida de su género, lo que la constituye quizás en la que víbora que tienen mayores reportes por accidente ofídico en el contiente.
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Esta serpiente crece hasta un máximo de longitud, de cerca de 1.8 m. El cuerpo es fuertemente escamado, y acentuadas en protuberancias o tuberculaciones. Esta forma se suaviza en algo llegando a la extremidad posterior. Las columna vertebral es muy prominente hasta la cuarta fila.
Hallada desde México (del lado Atlántico en Tamaulipas, Nuevo León y Michoacán en el lado Pacífico) a Costa Rica (provincia de Guanacaste y la Meseta Central), incluyendo Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Hay muchas poblaciones separadas en Suramérica, Colombia, Venezuela, Guyana, Suriname, Guyana, este de Brasil, sudeste de Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, norte de Argentina (Catamarca, Córdoba, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán).
Los síntomas de envenenamiento son muy diferentes en cada zona geográfica y de cada especie, particularmente en las partes sureñas, debido a la presencia concentrada o no de la crotoxina neurotóxica (crotoxina y crotamina) causando una progresiva parálisis. Especímenes de Brasil, notablemente en C. d. terrificus, puede resultar en una visión impar, o en completa ceguera, desórdenes auditivos, ptosis, parálisis de los músculos periféricos, especialmente del cuello, que hace aparecerlo como roto, y eventualmente parálisis respiratorias. Los disturbios oculares ocurren en el 60 % de los casos de mordedura por C. d. terrificus, siguen a permanente ceguera. Una fosfolipasa A2 neurotóxica también daña músculos esqueléticos y posiblemente del corazón, dando dolores generales, y astenia.
A pesar del riesgo que supone esta especie para la salud pública, cumple un importante papel ecológico como regulador de poblaciones naturales de roedores, anfibios e incluso otras serpientes.
Para evitar un accidente ofídico es importante evitar ingresar a zonas de rastrojales sin la debida protección y mantener limpias las áreas de tránsito de personas y animales. En zonas de alta presencia de esta especie, es muy recomendable que antes de ingresar animales a los potreros, se haga una limpieza previa de matones y malezas y se revisen cuevas en la zona.
De igual forma, la mejor decisión que se puede tomar si se tiene una finca donde hay una alta presencia de esta especie, o se va a viajar a esta por turismo o descanso, es tener al menos una ampolleta del suero antiofídico producido a partir del veneno de la especie.
No sobra además sugerir que siempre cuando se ingrese a un potrero se debe hacer con botas altas de caucho y tener cuidado donde se pisa.