Surgimiento del turismo rural
El turismo rural ha sido considerado desde siempre como una alternativa al pobre desempeño del sector agropecuario. La inversión externa, las nuevas tecnologías y las políticas públicas son vitales para su desarrollo.
En la Unión Europea
El turismo rural surge de manera espontanea en los años cincuenta como una alternativa para recuperar las zonas rurales afectadas por la segunda guerra mundial. En esa misma década se origina en Francia la organización Gites de France, se trata de una red que agrupa establecimientos rurales que ofrecen alojamiento. Más adelante esta organización se extiende hacia otros países del continente europeo.
No obstante, a fines de la década del 80, a partir del fuerte impulso que se dio desde la Política Agropecuaria Común (PAC) de la Unión Europea, el turismo rural adquiere gran relevancia como actividad extrapredial y fuente de ingresos.
En esa época los programas de desarrollo vigentes incorporan la noción de multifuncionalidad de los espacios rurales y comienzan a valorizar los recursos naturales, el patrimonio cultural, los paisajes y las identidades locales. Esto provocó un cambio en el enfoque de las políticas aplicadas (reformas de la PAC) y una reorientación de los recursos hacia el desarrollo de actividades no agrarias en el ámbito rural, como el turismo.
A estos cambios en las políticas se agrega una mayor valoración social de la vida rural, del modo de apreciar las actividades de los actores sociales rurales, de sus productos típicos y de los paisajes naturales, y una creciente preocupación por el cuidado del medio ambiente, a la parque deja de considerarse al campo solo como sostén de la producción agropecuaria y de bienes agrícolas. Esto se refleja en las formas de recreación y ocio de los habitantes urbanos y en la identificación de nuevos perfiles de turistas. En este sentido, los habitantes de las ciudades comienzan a apreciar al mundo rural no solo como proveedor de alimentos sino también como
un lugar donde encontrar tranquilidad y naturaleza, otras culturas y tradiciones.
América Latina
La ausencia de desarrollo en el ámbito rural de los países de América Latina y las condiciones de pobreza y exclusión de gran parte de las comunidades rurales llevaron a replantearse la visión en torno al desarrollo rural que se aplicó durante más de dos décadas. A partir del año 2000, los gobiernos adecuaron sus políticas hacia una estrategia de desarrollo rural integrado basado en el enfoque territorial.
En este sentido, se comienzan a promocionar el desarrollo y la diversificación
de actividades secundarias en el sector agropecuario. Una de las actividades extraprediales de mayor difusión ha sido el turismo rural. Para los productores agropecuarios, esta actividad se erige como una nueva alternativa económica,
complemento de su producción, que permite el uso de la capacidad instalada ociosa de los establecimientos, así como también la inclusión de la mano de obra familiar no ocupada en la producción tradicional, principalmente mujeres y jóvenes. El turismo rural tiene un mercado en expansión, los expertos del tema indican que quienes desarrollan esta actividad deben aprovechar la “tendencia contraurbana” de los últimos años, la cual evidencia una revalorización por parte de los habitantes de las grandes ciudades de los espacios rurales como destino turístico.
Así, el incremento del turismo rural surge por dos factores: la crisis sectorial que motiva a agricultores y ganaderos a buscar otras alternativas, y la visualización de una demanda creciente a partir de un sector dinámico como es el turismo. La Argentina es pionera en el desarrollo de emprendimientos de turismo rural y es tomada como ejemplo en el resto de los países latinoamericanos. En este sentido, algunos países realizan inversiones públicas o llevan a cabo programas de incentivos tributarios‐financieros para dar impulso a esta actividad. Los desarrollos
turísticos en el Pacífico Central y sur de México, los programas de ecoturismo de Costa Rica y de fincas cafeteras en Colombia, son algunos ejemplos. A su vez, desde las ONG y universidades comienzan a promocionar al turismo rural como alternativa de desarrollo rural, con apoyo de la cooperación internacional.
Desde la perspectiva del fomento de este tipo de turismo, Chile también es uno de los países que mayor impulso dio a este sector, promocionando, desde el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), los establecimientos rurales, sus servicios y sus productos artesanales. Asimismo, creó la Red de Productores de Chiloé, compuesta por un grupo de pequeños productores campesinos y la Asociación Chilena de Turismo Rural (ACHITUR), que promueven la capacitación en actividades, servicios turísticos y producciones artesanales, intentando rescatar las viejas tradiciones campesinas e indígenas de elaboración de alimentos.
En cambio, en otros países como México y Brasil, con territorios rurales extensos y donde la población rural es numerosa, la oferta de establecimientos de turismo rural es relativamente baja. Esto se debe, principalmente, a que la oferta turística se encuentra, en su mayoría, en manos de cadenas hoteleras multinacionales y de grandes empresarios de diversos sectores.
En América Latina el turismo rural se vincula a lagos, ríos, reservas y parques, al conocimiento de diversas culturas y a la existencia de restos arqueológicos. Los especialistas coinciden en que se trata de una actividad que puede generar externalidades positivas, tales como la protección de los recursos naturales, la generación de empleos, y la creación de mercados para los productores de la agricultura familiar. Señalan, a su vez, que en este tipo de oferta turística la singularidad cultural de cada uno de los pueblos es uno de los principales atractivos.
No obstante, debe considerarse que las iniciativas de turismo rural en los sectores más perjudicados por la globalización mundial surgen como una alternativa de subsistencia, de generación de ingresos suplementarios e, incluso en algunos casos, con el objeto de evitar la desaparición de pueblos.
Asimismo, se considera que el desarrollo del turismo rural, si no se realiza exclusivamente bajo preceptos de sostenibilidad, respeto a las culturas y cuidado de los recursos naturales, puede perjudicar e incluso incrementar las condiciones de pobreza y deterioro de las comunidades rurales. Desde esta perspectiva, se sostiene que muchas comunidades de diversos territorios latinoamericanos, a pesar de estar ubicadas cerca o dentro de rutas turísticas, aun no se encuentran suficientemente integradas a las mismas. Entre las razones se destaca que sufren de una carencia en términos de ciudadanía social y civil y que han sido históricamente silenciadas.
Se suma a esto una serie de problemas económicos, sociales y políticos entre los que se inscriben, por ejemplo, el derecho al acceso a la tierra, la falta de fuentes de empleos en las zonas rurales o la precariedad de los mismos, y la imposibilidad de acceder al mercado.
La organización Vía‐Campesina sostiene que, para que sea verdaderamente sostenible, el turismo rural debe integrarse dentro de una estrategia a favor de la soberanía alimentaria e, incluso, supeditarse a ella. A pesar de las distintas visiones acerca del turismo rural, la realidad actual nos muestra que es un fenómeno en expansión en América Latina. Ya existen en la región numerosos “paquetes turísticos” que ofrecen al visitante la posibilidad de permanecer, por uno o varios días, en fincas donde no solo descansan y disfrutan del paisaje rural, sino que se involucran con la forma de vida del productor y de su familia. Asimismo, existen diversas asociaciones en toda latinoamericana que abordan el turismo rural bajo distintas modalidades, entre ellas el agroturismo y el turismo de base comunitaria (por ejemplo, REDTURS).
Estados Unidos
De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad de Illinois, desde los años 70 la restructuración económico del campo y la crisis rural reduje las oportunidades de la población campesina. Estos cambios limitaron el desarrollo de las comunidades rurales, promoviendo el surgimiento de formas no tradicionales de generación de empleo. Una de las formas más popular ha sido el turismo rural y su asociación con oportunidades de emprendimiento.
A través de los años se ha logrado demostrar en Estados Unidos que el desarrollo del turismo rural depende en gran medida de la inversión de capital y de políticas públicas que lo fomenten.