Turismo rural en Argentina
El surgimiento del turismo rural en Argentina, al igual que en otros países, se dio gracias a la coyuntura económica y social del campo.
De acuerdo con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en la Argentina, el desmantelamiento de políticas sociales universalistas, las modificaciones en el marco institucional efectuadas en la década del 90 y la exacerbación de la competencia, produjeron cambios en el comportamiento de la economía del país, así como también importantes transformaciones sociales en el medio rural.
El sector agropecuario en su interior muestra una variedad de subsectores heterogéneos que transitaron de distinta manera y con diferentes consecuencias el acontecer económico y político de los últimos veinte años. Mientras que algunos sectores afianzaron sus históricas ventajas comparativas, otros, que forman parte de
las denominadas economías regionales, enfrentaron serias dificultades para su desarrollo.
En este sentido, un estudio realizado por la socióloga rural Clara Craviotti, destaca entre ellas, la declinación de la agricultura como fuente de empleo y de la fase propiamente agrícola de la producción alimentaria. En forma paralela, ha aumentado el peso de los eslabones no agrarios de la producción y se han incrementado las ocupaciones no agrícolas de los habitantes rurales.
En este contexto, las nociones acerca de una nueva ruralidad, la multifuncionalidad de los espacios rurales y la importancia del empleo rural no agrícola se han combinado con “procesos de degradación de los destinos y modalidades turísticas tradicionales” que implican la elección y promoción, desde distintos sectores, de nuevos destinos y formas de hacer turismo.
De esta forma, el turismo rural se presentó como una segunda actividad que permitiría no dejar de lado la actividad principal, representando una nueva alternativa económica para el sector.
La crítica situación de una parte del sector agropecuario argentino fue lo que dio impulso al turismo rural, configurándose, en algunos casos, como la única manera viable de mantener sus establecimientos. La diversificación de la agricultura ha sido un patrón que se dio, principalmente, entre los productores de menor escala, quienes, precisamente por producir a menor escala, pierden competitividad para la producción de commodities.
Estudios sociológicos apuntan a que la modificación de la función productiva tradicional entre las que se encuentra la incorporación de actividades no agrícolas y servicios, en muchos casos, surge debido a la necesidad de diversificación del riesgo y de generación de ingresos adicionales a los agrícolas.
Esto produce un aumento de los encadenamientos de la agricultura con otros sectores, a la vez que se incrementan las ocupaciones no agrícolas de los habitantes rurales, y con ello los niveles de pluriactividad del sector.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Buenas Aires, entre las primeras iniciativas de turismo rural de la Argentina, se destacan las de la región patagónica. Estas comenzaron principalmente como una alternativa a la reducción de ingresos que generó la caída en los precios de la lana (principal actividad productiva de la región).
Esto se configuró como una actividad de subsistencia en las explotaciones agropecuarias, combinando la búsqueda de una mayor rentabilidad y el fortalecimiento de las unidades.
En numerosos casos, los emprendimientos se han localizado sobre infraestructuras preexistentes, con acervos culturales propios de las zonas donde se llevaban a cabo. En general, se reasignan lugares en la casa para compartir (habitaciones que pasan a ser para huéspedes, se comparte la mesa, etc.).
De igual forma, alguna de las actividades de la unidad productiva, es decir, que muchos productores comenzaron a volcarse al turismo rural utilizando la capacidad instalada ociosa de sus establecimientos.
A su vez, un número importante de medianos y grandes productores de diversas regiones del país adecuaron sus estancias para recibir turistas. En algunos casos, a esta variante se agrega la posibilidad de realizar y participar activamente en las tareas de campo y cabalgatas, entre otras modalidades. Desarrollándose de esta forma una oferta de agroturismo.
En Argentina se han dado la apertura de numerosos pueblos rurales al turismo rural como una forma de encarar la crisis que los deja sin jóvenes y en peligro de extinción. Estas iniciativas son relativamente recientes en comparación con otros países del mundo y, en general, son de carácter espontáneo.
En conclusión, la oferta de turismo rural en Argentina es muy variada y es llevada a cabo por una heterogeneidad de actores sociales, entre los que se incluyen actores provenientes de sectores no agropecuarios que incursionan en esta actividad realizando una diversificación de sus actividades o reorientándolas hacia este tipo de emprendimientos que muestran un mercado en expansión.