Turismo rural y desarrollo local
El turismo rural ha adquirido gran relevancia a escala internacional y es promovido en países subdesarrollados por organizaciones internacionales como BM, el Fondo Interamericano de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). En México, el fomento de actividades turísticas en los espacios rurales es apoyado mediante programas y proyectos operados por instituciones federales, estatales y no gubernamentales, como la Secretaría de Turismo (SECTUR), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).
Recientemente, se habla del turismo alternativo el cual puede ser explicado desde tres perspectivas, la primera se refiere a esta modalidad como una «alternativa» al turismo convencional de sol y playa, y que por lo general es de carácter masificado, por lo que este tipo de turismo brinda la oportunidad de explorar nuevos destinos turísticos especializados. En segunda instancia, el turismo alternativo puede ser analizado en función de su operatividad, se considera como una «alternativa de uso sustentable», es decir, un medio de aprovechamiento sustentable de los recursos y, finalmente, puede ser diferenciado del turismo masificado por su acepción social ya que éste permite al turista «alternar» e interactuar con la población local. A su vez, el turismo alternativo está integrado por otras modalidades como el turismo rural, turismo cultural, turismo de convenciones, entre otros. La conceptualización de cada uno obedece a las características de las actividades y el espacio donde se realizan.
No cabe duda que la modalidad de turismo alternativo que mayor ambigüedad ha generado es el turismo rural, en parte debido a la compleja morfología y especialidad del turismo como actividad o conjunto de actividades. Por otro lado, se vuelve más complicada al integrar «lo rural» al concepto. Esto ha derivado en una gran discusión alrededor del mismo, tanto para la delimitación del término como por las actividades que lo constituyen. En este sentido, se reconoce que al turismo alternativo lo integran cuatro dimensiones: espacial, ambiental, económica y social; siendo esta última la columna central sobre la cual descansa el turismo rural. Por tal motivo, para fines de este estudio, el turismo rural se define como:
Actividad turística que se desarrolla en el territorio rural, de escala local, y cuya motivación principal es realizar actividades de convivencia e interacción con una comunidad rural, en todas aquellas expresiones sociales, culturales y productivas tradicionales de la misma; a la vez que se buscan atractivos asociados al descanso, paisaje y huida de la masificación.
Esta definición, presenta un amplio alcance, lo integran gran diversidad de actividades, e incluso, incluye otros tipos de turismo, particularmente el ecoturismo âuna de las modalidades turísticas de mayor mención y auge contemporáneo al que diversos autores lo integran como una «submodalidad» del turismo rural y hay quienes lo consideran dentro de la modalidad del turismo alternativo, con características propias que lo diferencian y separan del turismo rural. Esta discusión no ha finalizado, por el contrario, cada vez es más difícil delimitar ambos conceptos. Por un lado existen características que son compartidas por ambas modalidades: se desarrollan en espacios rurales y son de bajo impacto ambiental, integrando los principios de sostenibilidad.
La diferencia más puntual entre una y otra actividad es la motivación del viaje y su esencia. En el caso del ecoturismo lo define SECTUR como «los viajes que tienen como fin el realizar actividades recreativas de apreciación y conocimiento de la naturaleza a través del contacto con la misma» lo que significa que la búsqueda de conocimiento gira alrededor del espacio natural independientemente de la comunidad (flora, fauna, ecosistemas, geología, paleontología, etc.) donde el producto turístico es una expresión dada por la naturaleza y donde la población carece de participación substancial, aun cuando éstos puedan formar parte del sistema integrándose en actividades de valor aparente.
A diferencia del ecoturismo, el turismo rural integra a la comunidad local de forma envolvente y, en teoría, el proceso que lleva hacia la consolidación de esta actividad es acompañada de la participación activa de la población. La finalidad de esta modalidad turística es el conocimiento de la cultura campesina, de las actividades productivas del agro, de sus tradiciones y estilo de vida, razón por la cual los autores y actores del turismo rural son los mismos habitantes del lugar. El eje central que caracteriza a este turismo rural es la dimensión social y espacial, donde se busca una interacción entre el turista y la comunidad, donde el producto es construido y conservado, mediante actividades tales como etnoturismo, agroturismo, talleres gastronómicos, de medicina tradicional, de artesanía, etc., en un espacio donde priman las actividades rurales.
Partiendo de la importancia de la comunidad local en el desarrollo del turismo rural, se han señalado como principios de esta actividad que los programas dedicados a la misma deben ser «gestionados, desarrollados y operados por los habitantes de la zona donde se desarrollan» y donde los programas de desarrollo turístico rural sean sustentables, es decir, «con un carácter humanista, democrático y de justicia social». Si estos principios se cumplen, el turismo podría ser un detonante de acciones, tales como generación de empleo, ingreso económico, mejoras en infraestructura, conservación del medio ambiente, entre otras; orientadas hacia el desarrollo local, dado que sus objetivos se fundamentan en la búsqueda de soluciones a la problemática local: migración, abandono de tierras, pérdida de cultura y recursos naturales, bajos rendimientos en la producción, etc., mediante la gestión local y donde los beneficios sean canalizados a la comunidad. Es importante destacar que el turismo es complementario a las actividades agropecuarias y no una alternativa. Al respecto indican que el turismo es solo una fuente más de ingresos que se tiene que promover en los territorios rurales, pero que no se tienen que descuidar las otras actividades productivas que se realizan, que en el caso de los municipios de estudio es la producción de café, maíz, cría de aves y de cerdos. Éstas se tienen que fortalecer y a su vez crear nuevas oportunidades de trabajo que permitan la generación de ingresos no agrícolas. Con ello se quiere decir que el turismo es una actividad generadora de empleos que puede absorber parte del tiempo de los agricultores en los territorios rurales.