Vamos a paso de tortuga
El último reporte de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), asegura que los esfuerzos mundiales para conservar la biodiversidad del planeta van más lento de lo esperado.
En 2010 los representantes de 194 países acordaron adoptar un plan estratégico a 2020 para contrarrestar la pérdida de la fauna y flora. Pero el reciente reporte de ONU, presentado recientemente ante representantes de 200 países en Corea del Sur para discutir el CDB, sostiene que “en la mayoría de los casos los avances no serán suficientes para cumplir con los objetivos trazados para 2020, y se requieren tomar medidas adicionales”.
De acuerdo con Shahid Naeem, investigador del Departamento de Ecología, Evolución y Biología ambiental de la Universidad de Columbia, parte del problema recae en que el cronograma fijado por la CDB era muy ambicioso. “Diez años es un periodo muy corto. De entrada pareciera ser mucho tiempo, pero con tantas naciones participando para cumplir objetivos, era casi imposible cumplir en el término de una década. Podía haberse acordado para 2050”, aseguró Naeem.
Dentro de los objetivos de la CDB se incluían la eliminación de subsidios que promueven la pérdida de la biodiversidad, como por ejemplo aquellos otorgados a la industria pesquera, y de esta forma conservar los arrecifes de coral y disminuir la tasa de extinción de especies actualmente amenazadas. En paralelo se proponía el establecimiento de reservas naturales en fincas para conservar la biodiversidad y disminuir la emisión de gases que producen el efecto invernadero.
Pero el panorama actual no es alentador. Un estudio reciente del Fondo para la Conservación de la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) estima que más del 50 por ciento de las especies de fauna y flora se han perdido en los últimos 40 años. Las tasas de deforestación son alarmantes y el calentamiento global es un problema que cada vez afecta a un mayor número de personas.
Noah Greenwald, científico del Centro para la Diversidad Biológica de Estados Unidos, es más realista y menos complaciente con las metas fijadas por la CDB, sostiene que todo se trata de un problema político y económico. Greenwald asegura que “el hecho de que la gente este cada vez volviéndose más consciente de la pérdida de la biodiversidad es un aliciente, porque en realidad la extinción es el mayor problema que enfrentamos en la actualidad”. Para este investigador la actual situación “no puede reversarse tan fácilmente y de seguro tendrá directas implicaciones sobre nuestra calidad de vida”. Sostiene además que “se requiere que la gente tome decisiones drásticas para ir en contra de intereses económicos particulares y se incline por un gran objetivo a cumplir que beneficiará a toda la humanidad”.