¿Qué es lo que no convence de las Zidres?
El gobierno presentó al Congreso un proyecto de ley para crear las Zonas de Interés de Desarrollo Rural (Zidres) en regiones aisladas y pobres con el fin de hacerlas más productivas. Esta iniciativa no convence a muchos de los actores implicados en el desarrollo rural en Colombia.
Desde hace unos meses el gobierno. a través de la Superintendencia de Notariado y Registro y de los ministerios del Interior y de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), viene promocionando, en medios y en el interior del poder legislativo, la conveniencia de aprobar la ley que permitiría la creación de zonas de interés de desarrollo rural y económico (Zidres).
Según la propuesta, estas zonas serán definidas por la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), adscrita al MADR, y aprobadas mediante un acuerdo del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes). Las Zidres podrán ser explotadas por empresas agrícolas, forestales o ganaderas que le presenten al MADR proyectos asociativos con campesinos y pueden estar integradas por tierras de origen baldío tituladas a los labriegos, baldíos que todavía son de la Nación o predios privados.
En ese sentido, el proyecto se convierte en una excepción a la Ley 160 de 1994 que prohíbe la acumulación de más de una Unidad Agrícola Familiar (UAF) cuando la tierra es de origen baldío o es aún de la Nación. Para el gobierno, las Zidres tendrán un mayor alcance que las UAF ya que, para el proyectado desarrollo del campo colombiano, se requiere de grandes extensiones de tierra.
La idea contempla que los campesinos aporten la tierra al proyecto asociativo o venderla, de forma voluntaria, al empresario. Pero en caso de que venda, durante los próximos 15 años el campesino no podrá ser beneficiario de los programas de dotación de tierras.
El superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, estima que las regiones potenciales para constituir las Zidres son La Guajira, Chocó, Norte de Santander, la Orinoquía y la Amazonía. Sin embargo, la tarea de la Upra será compleja a la hora de definir estas zonas, pues si bien el proyecto asegura que éstas no se desarrollarán en territorios colectivos ni en predios solicitados en restitución o protegidos a causa del conflicto, en terreno éstas y otras realidades se superponen.
Contrario a la argumentación del gobierno, líderes como César Jerez, coordinador de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), aseguran que las Zidres vulnerarían los derechos a los baldíos que deben tener los campesinos sin tierra. Los detractores de las Zidres, si bien aceptan que esta medida incrementaría la productividad, sostienen que puede generar lamentables impactos sociales y ambientales. Según Jennifer Vargas, integrante del Observatorio de Tierras y Magister en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, las Zidres son desfavorables en términos de concentración de la tierra.
Adicional a esto, ha quedado un sinsabor en los círculos académicos y de entidades que representan a comunidades campesinas, por cuanto pareciera que el proyecto de las Zidres, más que buscar el bienestar del campesinado, pretende blindar las grandes inversiones de multinacionales y conglomerados económicos.
Si bien la coyuntura sociopolítica que vive actualmente el país, en el marco de un eventual posconflicto, exige la formulación de políticas de estado para el desarrollo del campo, el país no debe perder la directriz sobre la necesidad de que en este nuevo orden territorial se garantice la equidad dentro del campesinado. De lo contrario, se estaría gestando una problemática social similar a la vivida durante los años en los que la violencia ha azotado al campo colombiano.