¿Cómo son los cerdos?
Los cerdos son animales muy curiosos que necesitan un estímulo constante para sus mentes y hocicos. Su comportamiento exploratorio es hiperactivo, quizás muy relacionado con el hecho de que son animales omnívoros y sus ancestros invierten mucho tiempo en búsqueda de alimento.
Un estudio reciente encontró en cerdos que vivían en condiciones seminaturales invertían el 52% de su tiempo en hozar y escarbar y otro 23% en explorar su ambiente. Son en síntesis unos exploradores innatos. Es por esto que los cerdos meten sus narices por todo lado.
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Otro aspecto bien relevante en los cerdos es su inteligencia. Es por esto que en culturas como la británica se le considera el animal más inteligente de todos. No en vano George Orwell escogió a los cerdos como protagonistas de su distópico libro Animal Farm (La Rebelión en la Granja, en español). Pero no se trata de meras apreciaciones culturales, ya que científicos han estimado que los cerdos tienen la inteligencia de un niño de 3 años.
Los cerdos domésticos son descendientes de jabalíes y cerdos silvestres. Es por esto que conservan instintivamente su capacidad para tornarse agresivos cuando las circunstancias lo ameritan. Incluso los cerdos pueden conformar temporalmente «bandas» o «pandillas» que pueden llegar a afectar a cultivos y otros grupos de animales.
Es por todo esto que la crianza de cerdos no es tarea fácil. Hace 50 años los granjeros mantenían a sus cerdos en potreros sucios para que hozaran a total libertad. Bajo este sistema productivo se facilitaba la transmisión de enfermedades parasitarias (por ejemplo, cisticercosis) a la carne del cerdo, por lo que se llegó a considerar como poco recomendable en términos saludables.
Ante esto los productores optaron por establecer piaras cubiertas con pisos encementados, pero esto generó el problema del manejo de las excretas y los olores generados por las mismas. Luego, desde entonces, estos sistemas de producción han estado sujetos de diseños que faciliten el manejo de las producciones para garantizar la productividad de los sistemas productivos, la salud de los animales y de los operarios y la calidad del producto final. Pero, en la mayoría de los casos, han pasado por alto los requerimientos ambientales que supone el comportamiento de los cerdos y los requisitos para garantizar el bienestar animal.