El gran reto de los porcicultores
La carne de cerdo es la proteína animal que más se consume en el mundo. Cerca de un 37% de toda la carne que se consume en el mundo es cerdo (110 millones de toneladas), por encima de la carne de res (67 millones de toneladas) y de pollo (104 millones de toneladas). Para el 2011, China producía la mitad de los cerdos que se consumían en el mundo (50 millones de toneladas), Estados Unidos ocupaba el segundo lugar (10 millones de toneladas) y Alemania el tercero (5 millones de toneladas). Cerca del 80% del cerdo mundial se produce en Asia, la Unión Europea y Norte América, donde igualmente se concentran los grandes centros de consumo de esta carne. En 2011 se comercializaron cerca de 7,4 millones de toneladas de carne de cerdo, es decir el 6,7% de su producción, lo que quiere decir que el cerdo se consume principalmente donde se produce.
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La población humana mundial está creciendo lentamente, pero se espera un plateau en los próximos 30 a 50 años. Este crecimiento poblacional supone una mayor demanda por la carne de cerdo (y de otras carnes y de alimentos en general). Este incremento en el consumo se está siendo evidente en países en desarrollo donde la población ya está empezando a tener acceso a consumir con mayor frecuencia y cantidad proteína de origen animal. Esto quiere decir que en la medida que la población mundial crezca en un 50% más que la actual, el consumo de carne se duplicará en los próximos 30 a 50 años.
Las instalaciones para la producción industrializada de cerdo se deprecia cada 20 a 30 años y debe ser reemplazada al final de cada ciclo de depreciación por mejores instalaciones. De tal forma que, en las próximas décadas, no solo se duplicarán las explotaciones porcícolas, sin que serán completamente reemplazadas como parte de un ciclo productivo normal.
Los nuevos sistemas de producción deben ser en todo caso más sostenible. Eso quiere decir que sean competitivos económicamente, que garanticen calidad y estabilidad laboral, que implementen buenas prácticas de cría, reproducción y engorde, que establezcan normas para asegurar el bienestar animal y que disminuyan el impacto deletéreo que genera la producción sobre los recursos naturales.
Así las cosas, el desafío que tienen los porcicultores es grande. Por un lado deben cumplir con el suministro de proteína de origen animal para alimentar a un importante porcentaje de la población mundial, pero a la vez su producción debe evidenciar sostenibilidad.
McGlone, J.J. The Future of Pork Production in the World: Towards Sustainable, Welfare-Positive Systems. Animals 2013, 3, 401-415. https://doi.org/10.3390/ani3020401